El pluralismo como nuevo horizonte

Las marchas y contramarchas de las organizaciones feministas y LGBTTIQ fueron analizadas en el II Coloquio "Los Mil Pequeños Sexos", que contó con conferencias de Estrella de Diego y Rita Segato.

12-04-2019

Referentes de los estudios de género, académicos y activistas reunidos en el II Coloquio Internacional Los Mil Pequeños Sexos, organizado por la Maestría en Estudios y Políticas de Género y el Centro Interdisciplinario de Estudios y Políticas de Género de la UNTREF, señalaron la importancia de construir una vida más comunitaria, lejos de los separatismos y las definiciones tajantes, en donde lo que pueda prevalecer sea el pluralismo y la integración como alternativa al orden patriarcal y neoliberal. 

Rita Segato, una de las referentes del feminismo en Argentina, aseguró que la matriz cultural que oprime a las mujeres y los colectivos LGBTTIQ se remonta al proceso de modernización de América, cuyo resultado fue la conformación de un Estado binario “productor de anomalías”. 

La antropóloga dijo que “la modernización siempre es colonizadora y eurocéntrica”, y que erigió al hombre blanco heterosexual como dueño de la esfera pública y de la política, relegando a la mujer al ámbito privado, donde la violencia machista tiene su punto de partida. “El binarismo no se trata de hombre o mujer, sino de uno, el hombre y sus alteridades”, explicó Segato, indicando que ese debe ser el régimen a combatir.  

“Este es un orden del discurso en el cual estamos todos atrapados”, advirtió la pensadora, y puntualizó que en el espacio LGBTTIQ también funciona este tipo de lógica. “Para varios hay una sola forma de ser gay”, remarcó la profesora de la Universidad de Brasilia, la Universidad Nacional de San Martín y del Museo Reina Sofía. “Hoy hablamos de minorías, que es una forma de ponerle nombre a las anomalías”, declaró Segato. 

Según ella, “las identidades de género no deberían estar en sus propias trincheras”, por eso enfatizó que el feminismo se debe enmarcar dentro del pluralismo como meta política general. “El pluralismo tiene que ser un valor del mundo”, destacó. Segato dijo que hay que volver a “una política vincular, de reconstrucción de tejidos comunales y a otra forma de hacer justicia que no es la que el Estado propone”, y que esa tendencia es la que ve en movimientos como el colectivo Ni Una Menos.  

Como dijo, las movilizaciones de mujeres que hoy toman las calles de Argentina “buscan recuperar algo previo a esa transición a la colonial modernidad” y resaltó que “nuestro enemigo no son los hombres, sino el orden patriarcal”.

Discriminación de la mujer en el arte

La discriminación de la mujer en el arte fue abordada por otra de las invitadas de lujo que tuvo el coloquio, la historiadora y pionera en los estudios de género Estrella de Diego. Acompañada por Diana Wechsler, directora del Departamento de Arte y Cultura de la Universidad, la profesora española hizo referencia a la calidad y al canon, aspectos que, consideró, rigen el arte y son la causa por la cual los museos escriben su historia. A lo largo de su conferencia, la investigadora de la Universidad Complutense de Madrid se valió de diapositivas para explicar la exclusión de la formación artística a la que fue sometida históricamente la mujer. 

"Si Picasso se llamara Pabla nos cabe preguntarnos qué posibilidades reales hubiese tenido de triunfar, de destacarse, de hacerse famosa”, ejemplificó. De Diego afirmó que a lo largo de la historia el concepto de calidad no fue el único que marcó la exclusión de una obra. “El hecho de que la misma hubiese sido creada por una mujer ya era motivo suficiente para sacarla de la colección del museo", explicó la invitada, quien agregó que solamente les estaba permitido pintar bodegones.  

Tomando como ejemplo las pinturas creadas por artistas de la talla de Frida Kahlo, Artemisia Gentileschi y Clara Peeters, entre otras, De Diego destacó que a lo largo de los siglos las mujeres intentaron subvertir el orden establecido a través del arte. Según comentó, hay cuadros de mujeres desnudas que se reflejan en un espejo y en la imagen que este devuelve se ve solamente la cara, y lo mismo ocurre en pinturas en las que una persona es decapitada y tiene su cabeza en la mano, totalmente limpia y desprovista de sangre. “Esto fue cambiando, vemos ahora que las artistas utilizan el cuerpo y la sangre para contar una historia, poniendo en tela de juicio las leyes canónicas, lo que es políticamente correcto, y generando obras incómodas", ilustró.

Justicia feminista y LGBTTIQ

Una de las ponencias más inquietantes fue la que realizó Virginia Cano, en la cual planteó la revisión de muchos de los presupuestos que hoy circulan dentro de los movimientos contra la violencia de género. Cano, que es investigadora del CONICET y profesora de la UNTREF, aseguró que hay una lógica punitivista que atenta contra “nuestros horizontes emancipatorios”, y que contra los abusos “la cárcel no es la solución”. En su opinión, el sistema penal se monta sobre principios racistas, sexistas, colonialistas y hetero-cis patriarcales. “En él hay un dispositivo dual: por un lado está la víctima que recibe el daño y, por el otro, el victimario que lo ejerce, algo que simplifica enormemente el problema”, evaluó.

La investigadora ahondó en dos expresiones de este puntivismo que trascienden lo legal: los escraches y la expulsión de los espacios de militancia. “Ningún nombre propio es capaz de reparar las heridas o dar cuenta de las inequidades del sistema”, apuntó en relación a las denuncias de abuso en los medios. Como explicó, el problema es “más complejo porque forma parte de un entramado de violencias sostenidas colectivamente”, y remarcó que la solución “debe ser comunitaria”.
 
En cuanto a la desvinculación de las organizaciones, Cano recordó que “la pedagogía del miedo y del exilio nos ha tocado de cerca”, y resaltó que “la segregación es uno de los mecanismos de control social por excelencia”. Concluyó que es “necesario que revisemos todo esto en nuestras estrategias de militancia” y elogió el carácter pedagógico y de mediación que tienen los protocolos contra la violencia de género que muchas universidades han creado, entre ellas la UNTREF.
 
Su colega del CONICET e histórica activista del feminismo, Dora Barrancos, hizo una presentación dedicada a La cruzada contra la ideología de género, enumerando los actores que trabajan para estigmatizar y silenciar las voces de las mujeres y de las disidencias sexuales, como la iglesia, la corporación médica, los medios y los organismos internacionales. “Hay que entender que estos ataques van más allá de la sexualidad, que se trata de sentimientos fascistas y autoritarios”, manifestó, añadiendo que las “fuerzas antiderechos hoy están creciendo en toda la región” y que su mayor preocupación es la vulnerabilidad de los sectores populares que, abandonados por el Estado, recurren a las iglesias evangélicas y ven sus libertades cada vez más cercenadas. 

Por su parte, Diana Maffía, del Centro Cultural Tierra Violeta, se explayó sobre la “injusticia epistémica” que recae sobre grupos considerados subalternos. “Para la ciencia, las comunidades originarias y afrodescendientes, los sujetos de la disidencia sexual o los pobres son incapaces de producir conocimiento”, subrayó la expositora, poniendo como ejemplo un episodio ocurrido durante el juicio por la desaparición de Marita Verón. “Hubo 200 testimonios de prostitutas que dijeron haberla visto, pero la justicia los desestimó, como si ciertos sujetos fueran incapaces de producir verdad”. 

El coloquio se realizó a lo largo de dos días en la Sede de Posgrados Centro Cultural Borges, donde se presentaron 28 ponencias y participaron varias personalidades de la literatura y el periodismo, como Silvia Molloy y María Moreno, así como diversos colectivos, entre ellos Orgie, Comparsa Drag y Gate. El objetivo de esta iniciativa, que tuvo su primera edición en 2016, es abordar los debates que le dan forma al campo de los estudios de género y las sexualidades y estudiar críticamente las políticas que despliegan las instituciones y los activismos.

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