Incubada en el MUNTREF Centro de Arte y Naturaleza y coordinada por Pablo La Padula, esta propuesta online reúne cruces de miradas entre el arte, la academia, el activismo y la ciudadanía.
Nodo Verde es el proyecto del MUNTREF Centro de Arte y Naturaleza que se plantea como una plataforma virtual de acceso libre capaz de alojar una gran diversidad de voces en torno a la crisis ambiental que enfrentamos actualmente.
“La idea de este proyecto no es bajar línea sobre el deber ser con la naturaleza sino sencillamente ser un espacio que busca dar visibilidad y poner en un mismo nivel diferentes prácticas relativas al arte, la ciencia y la naturaleza, que pueden ir desde investigaciones en laboratorios, por ejemplo de la carrera de Ingeniería Ambiental de la UNTREF, hasta producciones como las del artista Tomás Saraceno, o inclusive cruzar ambas cosas con las acciones ecológicas que pueda llegar a hacer una escuela primaria ubicada en la Puna argentina. Nodo Verde intenta generar, sin jerarquías, una red activa y viva que se vaya co-construyendo y alimentando entre múltiples actores”, explica Pablo La Padula, coordinador de MUNTREF Centro de Arte y Naturaleza.
Nodo Verde es una plataforma organizada en diferentes núcleos de acción, cada uno de los cuales aporta lo suyo a esa discusión más general sobre los complejos vínculos que mantenemos con el tejido natural.
Por un lado, está El laboratorio de ideas, una sección que alberga las charlas organizadas por el Centro de Arte y Naturaleza durante la pandemia y la pospandemia, con la participación de destacados científicos y creadores. Asimismo, se agrega el núcleo de acción BIENALSUR que, dice La Padula, trae una novedad interesante. “Hicimos un mapeo histórico de todas las acciones de la Bienal desde 2019 que tienen que ver con el tema, entre ellos una muestra en el Museo Caraffa de Córdoba con la participación del artista francés Laurent Mullont, que viene haciendo un trabajo muy interesante con el Centro de Investigación de Aceleración de Partículas de Ginebra. Es un index muy profundo de artistas locales, sudamericanos e internacionales, una gran base de datos en la que cualquier persona que quiera investigar puede hacerlo. Nodo Verde pretender ser un lugar de intercambio ágil y lo más desmarcado posible de cualquier traba con respecto al conocimiento”.
Por otro lado, en la solapa Investigaciones convergerán grupos académicos y artísticos que realizan indagaciones formales sobre el entorno natural.
Y En el territorio “se da lugar a la visión subjetiva de los ciudadanos. Siempre definimos los problemas ambientales a partir de un canon. Por ejemplo, el Riachuelo está contaminado porque en sus aguas hay una determinada cantidad de Escherichia colili por milímetro cúbico. Esa es una información bioquímica o biológica. En cambio, me parece clave saber cómo percibe el Riachuelo una familia que vive en sus orillas”, dice La Padula, quien detalla: “La gente que habita los territorios que tienen problemas ecológicos los percibe antes que las detecciones formales. Creo que esto tiene que tener una horizontalidad absoluta, el chico que se da cuenta del cambio en el olor del aire donde hay una fábrica es tan importante como la investigación de un bioquímico o inclusive una acción artivista para tratar de contener desastres ecológicos. Sin la percepción de la ciudadanía todo lo demás parece casi banal, porque toda la investigación formal abreva, va y viene, desde el ciudadano común y corriente que somos todos”.
Uno de los objetivos principales de Nodo Verde es promover un nuevo tipo de relación con la naturaleza.
“Vivimos bajo un paradigma mecanicista, donde se entiende que el Planeta Tierra y todos sus seres vivos son máquinas, y en ese esquema el hombre es amo y señor porque tiene cultura, un lenguaje articulado, y esto lo pone en un lugar de manipulación del medio ambiente superior al resto de los seres vivos. Esta concepción mecanicista lleva a la sociedad contemporánea a entender a la naturaleza separada de la propia humanidad y como un recurso natural a su servicio, al que ahora se debe proteger. Como si el ser humano tuviera la potestad de poder cuidar el Planeta Tierra. Lo que proponemos es lo opuesto, entender al planeta en clave clásica como un gran organismo formado por toda la jerarquía de lo viviente y lo no viviente, en la que el ser humano es una célula más”, describe La Padula, quien también sostiene que antes que plantear un vínculo de uso y protección con la naturaleza se apunta a uno de reintegración y cooperación: “Más que las acciones ecológicas que obviamente son importantes, buscamos invertir el paradigma de pensamiento, una descentralización de la mirada humana con respecto al resto del planeta. Yo humano no soy quien para proteger nada. Es al revés: debería buscar refugio y enseñanzas en la naturaleza”.