Desde el 1 de abril hasta el 26 de junio
Artista: Hugo Aveta
Curaduría: Diana B. Wechsler
Este año MUNTREF cumple veinte. La sede del campus de UNTREF en Caseros alojó, a partir de abril de 2002, el que fuera el primer museo de arte con colección propia del conurbano bonaerense. Nuestras salas incubaron y dieron espacio a exposiciones tan variadas como ricas por su impacto en la comunidad así como por el desarrollo de las investigaciones ligadas a ellas.
De las antológicas de Antonio Berni a Pablo Picasso y Joaquín Torres García, de Gertrudis Chale a Marcia Schvartz, del Grupo Espartaco al del Ojo del Río; de las exploraciones conceptuales de David Lamelas a las de Alejandro Puente; de Quinquela Martín a Luis Seoane, Yuyo Noé, Alberto Heredia y Carlos Gorriarena, entre muchos más. Las artes electrónicas, desarrollo académico singular de la UNTREF, tuvieron tempranamente un espacio de privilegio en sus salas con la curaduría y participación destacada de Graciela Taquini –primus inter pares–, así como también dieron un lugar a los artistas y curadores que se forman en nuestra universidad.
En 2010, MUNTREF empezó a expandirse y abrió su Centro de Arte y Ciencia, un museo laboratorio con sede en Tecnópolis. En 2012, con el proyecto multisituado Boltanski Buenos Aires, hicimos pie en la sede del antiguo Hotel de Inmigrantes, donde desarrollamos desde entonces el Museo de la Inmigración y el Centro de Arte Contemporáneo para la diversidad cultural. En 2017 creamos el Centro de Arte y Naturaleza, un sitio para el desarrollo de la conciencia medioambiental.
Muchas exposiciones se sucedieron. Artistas y curadores argentinos y del exterior encontraron en este espacio el lugar para mostrar su trabajo. Entre ellos, artistas como Graciela Sacco, Carlota Beltrame, Maria Lai, Anna Bella Geiger, Leila Alaoui, Natacha Nisic, Marina De Caro, Vik Muniz, Leandro Erlich, Bernardí Roig, Ali Kazma; y curadores investigadores como Georges Didi-Huberman, Estrella de Diego y Marta Gili, por mencionar solo a algunos.
El Premio a las Artes Electrónicas, el Premio Braque, BITAMINE, la BIM (Bienal de la Imagen en Movimiento) y BIENALSUR forman parte también de nuestra programación, que cuenta con el apoyo de embajadas como las de Francia, España e Italia, entre las más habituales, y también de fondos como los de Mecenazgo, Italian Council, Pro Helvetia y otros.
Esta enumeración es solo un indicio de la intensa labor que desarrollamos al situar al MUNTREF como un espacio catalizador de proyectos de curaduría, de investigación y de proyección social a la vez.
La fuerza con la que iniciamos el 2022, con un programa atravesado por el ecofeminismo –en la muestra de Sarina Scheidegger y Jimena Croceri curada por Lucrecia Palacios–, las problemáticas migratorias y de frontera –en el proyecto colectivo curado por Alex Brahim, Benedetta Casini y Diana Wechsler–, la residencia BITAMINE que llevamos adelante con el País Vasco y la indagación sobre los lugares del tiempo y lo imaginario en la instalación inmersiva de Hugo Aveta, es el punto de partida, en la sede del Hotel de Inmigrantes, de lo que desarrollaremos en este año aniversario. Veinte años destinados a hacer de estos espacios de arte sitios porosos para la comunidad.
Finalmente quiero reconocer a los colaboradores, profesores y estudiantes de la universidad que de distintas maneras contribuyen en el desarrollo de este proyecto y a Diana Wechsler, nuestra directora artística que desde 2009 aporta su creatividad vital al MUNTREF.
Aníbal Y. Jozami
Rector UNTREF
Director general MUNTREF
Como si los sueños del artista encarnaran los sueños de la humanidad en un momento preciso de su historia, estos sueños, los sueños soñados en tiempos en los que experimentamos un quiebre del modo habitual en que hemos vivido, son el punto de partida de este proyecto. El conjunto de obras que integra esta muestra está signado por una visión fantasmagórica que envuelve al mundo en una tempestad que nos parece, e intuimos, eterna.
Lo lúdico y lo literario se suman a lo onírico. Todo está atravesado por la fantasía. Cuando lo humano se desprende de la realidad, de un tiempo dado como lineal, de ese desgarro nacen fisuras y mundos perforados llenos de agujeros que comienzan a ser percibidos y abarcados. Aparece un des-orden más profundo y atemporal: el lugar de esos dioses invisibles, aunque no sepamos de qué dioses se trata. Podríamos decir que ellos se manifiestan, que vienen desde otro lugar, que existen entre mundos perforados, que salen y entran, lo que amplía las dimensiones de esos mundos. Entre esas zonas intermedias donde los límites se van borrando, ellos deambulan, entran y salen del dibujo, la fotografía, la escultura, el video. Alegorías e incertidumbres los habitan, oscilan entre lo cercano y lo lejano de otros tiempos y otros mundos que tal vez existieron o existirán. Quien transita se encuentra en el umbral de una experiencia que es al mismo tiempo espacial e interior, una experiencia suspendida entre la memoria y lo concreto, entre la realidad y los sueños.
Adriana Carrizo
Interlocutora creativa
Silencio. Pasos. El aullido del viento y el polvo raspando sobre las superficies, el golpe abrupto de una ventana y, siempre, el viento. De pronto, una sirena y el sonido sordo de un motor a lo lejos. ¿Cómo ver en la oscuridad? ¿Cómo identificar quién habita el tiempo? ¿Cómo narrar desde la incerteza?
Hugo Aveta instala una historia en el espacio a través del artificio que construye con sus imágenes y sonidos. La historia encuentra en las imágenes la capacidad de perturbar y hacer recomenzar el pensamiento en todos los planos.
Espacio y tiempo son los vectores sobre los que se organiza la experiencia. Sin embargo, delimitar el tiempo se vuelve cada vez más urgente y esquivo a la vez. ¿Es posible concebir su tangibilidad? Los primeros dispositivos pensados para controlar o regular el tiempo buscaron materializar su evanescencia. El agua primero, la arena luego, dieron paso a un tipo de relojes que cumplían eficazmente con la tarea de asociar el paso del tiempo con el paso físico de un fluido o un sólido que opera por simple efecto de la gravedad. Tomando como punto de partida la imagen del reloj de arena, Aveta revisa la experiencia actual del tiempo múltiple, poroso, complejo. Nos pone ante el tiempo e invita a explorar otra percepción, ya no lineal y prolija como lo mostrara el reloj de arena, sino plural, turbulenta, simultánea, reversible. Ensaya figurativamente en este video un diálogo con el nuevo modelo de temporalidad instalado por Georges Didi-Huberman a través del concepto de anacronismos.
Si coincidimos en la condición anacrónica de las imágenes, entonces entremos en el espacio complejo y dislocado que construye Aveta a través de sus videos, sus esculturas, su cronómetro de cenizas y sus dibujos, para dejarnos llevar por la porosidad del tiempo instalada en esta obra inmersiva, una ficción por la que fluyen presencias diversas de tiempos pasados o por venir, de las que emergen Dioses invisibles.
Diana B. Wechsler
Curadora
Hugo Aveta
Ante el tiempo, 2009. Video. 6 min 42 seg
Atravesar el pantano, 2021. Video en loop. 2 min 32 s
Bandada, 2021. Video. 1 min 54 s
Chronos, 2022. Instalación electrónica de acero y cenizas. 1,80 ø x 30 cm de altura
Desgarro, 2022. Escultura. 197 x 130 x 57 cm
El cruce del simio, 2021. Dibujo instalado sobre tela. 350 x 550 cm
La sombra de Nietzsche, 2021. Video. 4 min 55 s
La sombra de Nietzsche, 2022. Escultura. 80 x 70 x 240 cm
Marea alta, 2021. Video. 2 min
Narciso, 2022. Escultura. 150 x 100 x 300 cm
Negras inquietudes, 2022. Video instalación, proyección sobre harina. 1,80 ø x 50 cm de altura, video en loop
Pájaros, 2022. Piezas escultóricas in situ. Dimensiones variables
Rinocerontes, 2021. Video. 1 min 18 s