A lo largo de varias décadas, Luis Felipe Noé ha sido un protagonista destacado del arte y de la escena sociopolítica argentina por su meritoria, activa y comprometida trayectoria. Fue uno de los artífices de la nueva figuración en los años sesenta, pero ese fue solo el comienzo. Ha sido una presencia constante desde entonces ya que su creatividad fue y es incesante. Su envío en representación de nuestro país a la Bienal de Venecia así lo demostró.
Cuando decidimos plantearle la idea de una retrospectiva, volvimos a comprobar su resistencia a los encasillamientos tradicionales y es así que la muestra que hoy presentamos resulta de un diálogo entre un equipo curatorial integrado por Eduardo Stupía, Cecilia Ivanchevich, Diana Wechsler y el propio artista. Esto nos aleja del convencionalismo y nos permite presentar una muestra que revela una trayectoria y, fundamentalmente, las vivencias, el presente y el futuro al que se encamina nuestro artista.
El resultado de la experiencia es esta exposición y el libro que honran a nuestra universidad y a nuestro museo por la calidad de las obras aquí reunidas, la originalidad del planteo curatorial y el gran interés que considero que la muestra tendrá para la comunidad artística y para quienes son en parte nuestros destinatarios privilegiados, el público del conurbano bonaerense, con quien venimos transitando ya diez años de construcción de este espacio de arte y cultura para todos.
ANÍBAL Y. JOZAMI
Rector UNTREF / Director MUNTREF
Toda muestra dedicada a un solo artista tiene –por presencia u omisión- algo del orden de lo biográfico. Con frecuencia, la mediación del curador y el presupuesto de ordenamiento cronológico como instrumento narrativo capaz de dar sentido a un recorrido artístico, suelen reforzar esta posición. Pero no es éste el caso.
Aquí lo biográfico se torna (auto) biográfico ya que la figura del artista-autor-actor se sobreimprime con la del curador quien, en diálogo con Eduardo Stupía, Cecilia Ivanchevich y conmigo, fue estableciendo este proyecto expositivo destinado a presentar una reunión peculiar de obras, que es posible definir en la reivindicación (histórica) de un presente continuo.
No se trata de una mirada retrospectiva, ni tampoco de una selección a modo de compendio o miscelánea. La clave es el montaje. Cada pieza se sitúa con la otra, transgrediendo el orden del tiempo y resituándose entre las ideas, produciendo así un nuevo espacio de pensamiento, a partir de un nuevo diálogo entre fragmentos escogidos.
Noé sigue develando sus visiones. Trabaja también, como en esta muestra, con la posibilidad de la re-visión, con las que se construyen e iluminan nuevas redes de significaciones: he aquí el carácter singular de esta selección una, entre otras posibles.
Este ensayo curatorial destinado a exponer la obra de un artista de vastísima trayectoria, reniega de los formatos convencionales de las retrospectivas o antológicas. Elige en cambio, establecer un recorrido a partir de obras de los últimos diez años para montarlas en diálogo con algunas otras, de distintos momentos anteriores, invitando a cada espectador a encontrar en la observación de este conjunto, las huellas del poderoso pensamiento plástico de Noé.
DIANA B. WECHSLER
Subdirectora de Investigación y Curaduría MUNTREF
La decisión curatorial bajo la cual se despliega esta muestra es menos una ocurrencia de los responsables que la inexorable consecuencia de la actitud del artista, que se lleva por delante, a fuerza de prepotencia de trabajo y lucidez mental, todo intento de someterlo a las tranquilizantes normativas, al canto de sirenas del dogma epocal. En ese sentido, la decisión de mostrar selectivamente piezas de su producción de la última década, prologadas por la presencia de relevantes cuadros anteriores, tiene que ver no con el tiempo, sino con el establecimiento de un espacio. No se trata de proponer los ordenados segmentos de la periodicidad temporal como una manera de revelar la presunta progresión de una obra, sino de delimitar un territorio, una geografía de mutaciones, rupturas, idas y vueltas, flujos y reflujos, resonancias y disonancias. La topografía del país Noé es, como en las ruinas circulares de Borges, al mismo tiempo el mundo y el mapa del mundo; cada cuadro es el accidente geográfico –rico en estratos geológicos, en cimas y abismos, en remansos y catástrofes– de una tierra apenas explorada, y simultáneamente, su cartografía y su representación.
EDUARDO STUPÍA
Nació en Buenos Aires en 1933. Estudió en el taller de Horacio Butler. Vivió en París y en Nueva York y actualmente reside en Buenos Aires.
Entre 1961 y 1965 formó parte del grupo conocido como Nueva Figuración Argentina integrado además por Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega. El grupo fue invitado a participar en el Premio Internacional Guggenheim en 1964 y se le rindió homenaje en la sección histórica de la Bienal de San Pablo en 1985.
Ha realizado desde 1959 cerca de cien exposiciones individuales. En 1995 y 1996 realizó dos muestras retrospectivas en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y en el Palacio de Bellas Artes, México D.F. respectivamente, y en 2010 en el Museo de Arte Moderno de Río de Janiero, Brasil. Representó a la Argentina en la 53ª Exposición Internacional de Arte de Venecia (2009).
En 1961 fue becado por el gobierno de Francia, en 1963 recibió el Premio Nacional Di Tella becas y en 1965 y 1966 recibió la beca de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation.
Por su trayectoria le han otorgado el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes en 1997 y el Konex Brillante a las Artes Visuales en 2002. La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre en 2006. Recibió también el Premio Homenaje del Banco Central de la República Argentina en 2009.
Ha publicado varios libros entre los que se destacan Antiestética (1965) y Noescritos, sobre eso que se llama arte (2007).