Deconstrucción de la juventud

A partir del curso de Educación Sexual Integral, se discutieron las temáticas que conciernen a la Ley, entre ellas, las diferentes concepciones que rodean a este fenómeno.

06-03-2019

El Curso se realizó durante todo el mes de noviembre en Caseros I y su objetivo era que los docentes conozcan los lineamientos de la ESI, se reconozcan como actores importantes en la construcción que realizan los estudiantes sobre su propia sexualidad en el ámbito escolar y  puedan proponer estrategias de incorporación de la Ley en sus asignaturas. Al mismo tiempo, una de las premisas fundamentales fue la percepción de la juventud como un fenómeno complejo que requiere de un abordaje multidisciplinario.

“No puede pensarse en una juventud, las juventudes son diversas y heterogéneas”, explicó Luciana Arauz, Licenciada en Sociología (UBA), Maestranda en Políticas Sociales Urbanas e Integrante de la Red Interdisciplinaria de Estudios de Género de la UNTREF, quien dictó el curso junto a Fernanda Miguel y Antonella Prezio, interantes del Comité Interdisciplinario de Violencia de Género. Además, citó a la antropóloga Mariana Chaves, que afirma que las miradas hegemónicas sobre la juventud latinoamericana responden a los modelos jurídico y represivo del poder. 

Las juventudes: del “no lugar” a la construcción interdisciplinaria 

Las miradas sobre la juventud están marcadas por “el gran NO” que le niega existencia como sujeto total. Es por eso que en el modelo jurídico es negada y se la trata como un proceso de transición o incompleto (ni niño ni adulto). Por su parte, el modelo represivo, negativiza las prácticas de la juventud y se la toma como un problema (joven desviado, tribu juvenil, ser rebelde o delincuente.). “En este sentido, es necesario trabajar desde un abordaje que no esté signado por categorías morales, que permita un conocimiento más comprensivo de las juventudes y que reconozcan sus capacidades propias, más allá de las que se esperan socialmente”, destacó Arauz y desarrolló que esto quiere decir que no exista una mirada que juzgue o una moralidad en términos de bien o mal, de correcto e incorrecto. Sino, una contemplación que incorpore una perspectiva más ligada al sujeto. Esto se debe a que la educación ha tenido una mirada binaria con la heterosexualidad como norma. Por eso, se suele dictar clase pensando que todo el estudiantado se define como varón/mujer heterosexual y esto no necesariamente es así. Históricamente, las otras orientaciones eran juzgada  como una enfermedad o como una perversión o no contemplada como posibilidad directamente. 

¿Qué dice la Ley?

La Ley Nacional 26.150 declara: “Todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal. A los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”. Además, continúa la Ley, “con la finalidad de cumplir este objetivo, observa como necesario que se cree el Programa Nacional de Educación Sexual Integral en el ámbito del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología”. 

Si bien el programa se decretó como Ley en 2006, todavía no está vigente en su totalidad en todas las escuelas del país y hay muchos ámbitos educativos donde se dan clases de “Educación para el amor” o, simplemente, biología. Además, hay un grupo minoritario de la población que sostiene muchos mitos en relación a la enseñanza de la ESI desde el desconocimiento y no quiere que los infantes reciban  ese tipo de educación. 

Arauz sostuvo que esta regulación “concibe la sexualidad como transversal en términos de contenido y abarca todas las etapas del ciclo vital”. Al mismo tiempo, destacó que la educación sexual integral propone trabajar una concepción bio-psico-social de los sujetos. Es por eso que requiere de la interrelación de distintas disciplinas que puedan desarrollar una abordaje integral y no es exclusiva de ningún área. Es decir, que su enseñanza no debe estar circunscripta a las ciencias biológicas y es transversal a todas las asignaturas y niveles con los contenidos correspondientes. “Por ejemplo, analizar desde la literatura  distintos estereotipos de género, eso define cada materia pero, en general, lo primero que se hacía era mirarlo más desde la biología y estudiar el aparato reproductor o los métodos anticonceptivos”, analizó. 

La sexualidad y la importancia de no cercar los conceptos

“El concepto de sexualidad excede ampliamente la noción de genitalidad o de relación sexual”, aseguró Arauz y remarcó que se trata de una de las dimensiones constitutivas de la persona y que es relevante para su despliegue y bienestar durante toda la vida. De esta manera, se entiende que la sexualidad abarca tanto aspectos biológicos, como psicológicos, sociales, afectivos y éticos.

La Organización Mundial de la Salud determinó que el término “sexualidad” se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. En resumen, para la OMS: “la sexualidad se practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos”. En este sentido, la Ley establece lineamientos para trabajar con los estudiantes en cada nivel, a partir de premisas básicas tales como la posibilidad de decidir cómo, cuándo y con quién tener relaciones sexuales. Así como también la exploración del propio cuerpo y del cuerpo del otro como elemento constitutivo de la sexualidad. 

¿Cuál es el rol de los docentes en los ámbitos educativos?

La escuela es uno de los ámbitos específicos para avanzar hacia la transformación de prácticas culturales, fuertemente arraigadas, que profundizan las desigualdades y obstaculizan el desarrollo integral y pleno de la infancia. Esto indica que tanto los docentes  como los directivos pueden guiar a los niños y las niñas en el abordaje de información científica validada, para que puedan reflexionar sobre ella y ponerla en diálogo con sus prácticas cotidianas en un marco de respeto mutuo.

Para un desarrollo integral de los infantes y los jóvenes, la investigadora observó que es preciso que los chicos y las chicas se formen en un juego de libre elección. Es decir, que sean realmente capaces de discernir, de cuidarse, de cuidar al otro, para que sean soberanos de sus cuerpos y puedan conocer y ejercer sus derechos. 

Arauz explicó que el trabajo final del curso era una crear una actividad y algunas de las que surgieron son: pensar narrativas ficcionales para trabajar en el aula, crear programas de diseño y se tomaron publicidades que eran muy sexistas e hicieron la actividad de cambiarles el final con la mirada que integre la diversidad sexual. 

“Es fundamental, para que no se queden solos con su miedo, su incertidumbre y su curiosidad, que los docentes trabajen sobre ellos mismos, con sus propios prejuicios y estereotipos para poder desnaturalizarlos con los estudiantes”, concluyó Luciana Arauz.