Los homicidios en la región son muchos más de los que contabilizan las estadísticas públicas
La conclusión se desprende de un informe que presentó el Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia (CELIV-UNTREF), donde participaron expertos de Argentina, España y México.
13-08-2021
Las tasas de homicidio que registran los países latinoamericanos no reflejan la totalidad de los asesinatos que realmente ocurren en la región. Así lo demuestra el reciente informe Estudio sobre Homicidios en América Latina: Una aproximación a las divergencias regionales, los sistemas de reporte, subregistros y posibles causas elaborado por el Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia (CELIV) de la UNTREF y presentado por especialistas de Argentina, España y México en un encuentro virtual.
El trabajo, a cargo de los investigadores Marcelo Bergman, Fernando Cafferata, Juan Ambrogi y Facundo Pernigotti, analiza la consistencia de los datos en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela durante el período 1996 a 2018 tomando la información de dos fuentes: por un lado la que surge de la Oficina de Las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito (UNODC) que se alimenta de las estadísticas que aportan las policías de estos países, y por el otro la que se desprende de sus departamentos de salud.
El director del CELIV y uno de los autores del informe, Marcelo Bergman, aseguró que “el problema del homicidio es mucho mayor al que estamos acostumbrados”. De acuerdo a él, la tasa de homicidios (que establece el número de asesinatos cada 100 mil habitantes) es un indicador de violencia e inseguridad en la región que no deja de ser cuestionable. “El mayor de los problemas es que no necesariamente están ahí todos los homicidios que realmente ocurren, y hay bastantes antecedentes de que algunos homicidios son omitidos, otros son mal clasificados y otros son directamente manipulados como otro tipo de delitos”, remarcó.
Bergman apuntó que el informe busca desnudar las inconsistencias en la elaboración de estos datos. “Hay problemas de registro de muertes que son clasificables como homicidio y no se clasifican como tales”, continuó. En el caso de las estadísticas policiales, Bergman comentó que las entidades policiales de cada país operan en forma distinta y que no todos categorizan los homicidios de la misma manera. “Hay muchos casos en donde hay un herido, se reporta como lesión y esa persona después muere a las semanas o al mes por esas heridas. Eso debe recategorizarse como homicidio y muchas veces no se hace”, ejemplificó.
En cuanto a las fuentes de salud, que son registradas por autoridades médicas forenses, el académico refirió que en muchos casos las muertes quedan indeterminadas. “La Organización Mundial de la Salud categoriza a todas las muertes, una de ellas es la muerte externa. Son muertes producidas por actos externos, la gran mayoría son accidentes, muchos de ellos de tránsito, pero ahí también entran los homicidios, los suicidios y una categoría que nosotros llamamos residual, que es la indeterminada, cuando el forense no la puede definir”, detalló.
Como resaltó, en América Latina 1 de cada 4 muertes por causas indeterminadas son por armas de fuego. “Esto quiere decir que la mayoría de estos casos probablemente hayan sido homicidios pero que el agente forense no los definió de ese modo”, consideró. Bergman también se detuvo en las situaciones en las cuales no hay un cuerpo. “No voy a decir que esas desapariciones fueron homicidios, algunas tienen que ver con causas migratorias, otras son muertes lamentables y no por producto de homicidios. Pero muchas de ellas son homicidios y no están registrados”, puntualizó.
En ese sentido, ilustró con el caso de México, que tiene oficialmente 82 mil personas desaparecidas en los últimos 10 años, 4 mil fosas clandestinas y 36 mil cuerpos en espera de identificación. “Acá claramente estamos hablando de que la tasa de homicidios, que es de 29 por cada 100 mil habitantes, subregistra los números reales.
La conclusión más importante de este trabajo es que estamos frente a un problema de subregistro que pudiera llegar a ser severo”, planteó. Para Bergman, algo que alerta sobre la calidad de estos datos es que entre los dos tipos de fuentes (las policiales y las de salud) se observan diferencias. “Deberían ser iguales o muy parecidas, pero lo que vemos son brechas que suben, bajan o se mantienen estables. Es importante entender que cuanto más disímil es la brecha más sospecha hay de que uno de los indicadores está fallando”, resumió.
Por su parte, el sociólogo español Ignacio Cano, investigador asociado del Safety Lab y del African Police Civilian Oversight Forum de Sudáfrica, indicó que el subregistro tiende a ser mayor cuando hay más violencia. “Cuando tenemos una determinada tasa de homicidios probablemente hay todavía más homicidios que no han sido registrados porque en contextos de mucha violencia es difícil que los sistemas de información funcionen”, aseguró.
Más allá de los problemas de procesamiento, registro y calidad de los datos, Cano enfatizó que hay problemas asociados a las definiciones, algo que se ve claramente en el caso de las guerras y los conflictos internos. “Los muertos en guerras son clasificados en general de forma diferente y no como homicidios, y los muertos en conflictos internos a veces no son clasificados de ninguna forma, porque no son registrados como homicidios y si todavía no es una guerra, entonces son muertos muchas veces perdidos”, opinó.
Otra de las omisiones fundamentales en estos registros son los homicidios resultantes de la intervención policial. “Los homicidios cometidos por la policía en algunos países se consideran homicidios legalmente y en otros no, porque teóricamente no hay punibilidad”, explicó el especialista. Cano aclaró que la UNODC, que es una de las fuentes centrales de homicidios en el mundo, no registra los homicidios resultantes de intervención policial a no ser que constituyan crimen. “En América Latina sabemos que rara vez constituyen crimen, por lo menos oficialmente, y si eso se comprueba en general es en un momento muy posterior. De la misma manera, los homicidios en legítima defensa que no serían crímenes tampoco son contados en muchos países, porque eso depende del sistema penal en cada uno”, describió.
Finalmente, la directora general del centro de pensamiento México Evalúa, Edna Jaime, destacó que “no estamos contando bien y eso tienen implicaciones muy grandes”. Para ella, cada víctima debe contabilizarse. “Si no la contamos, estamos negando el derecho de acceso a la justicia de sus deudos, si no la contamos el Estado falla dos veces: en su deber de proteger la vida y en su deber de asegurar la justicia”, aseveró. Además, comentó que si no se cuentan esas víctimas “no entendemos el fenómeno y nos faltan piezas en el rompecabezas para poder entender de qué está hecha la violencia”.
Sobre todo, expresó que las clasificaciones erróneas hacen que las respuestas públicas no sean las adecuadas. “Si no investigamos y no alcanzamos a tener la información no vamos a poder hacer buena política pública, ni predicciones, ni prevención”, definió. Asimismo, dijo que el hecho de que no haya estadísticas confiables tiene que ver con que en nuestros países faltan capacidades técnicas, humanas y presupuestales. “En México avanzamos mucho en homologación de criterios de clasificación, se ha entrenado, comprado un equipo de cómputos, pero la verdad es que partimos de un lugar muy indeseado en términos de capacidades. Si no contamos bien es porque no tenemos la técnica, los recursos humanos ni financieros”, relató.
Jaime aseguró que el informe del CELIV tiene muy buenas sugerencias de cómo puede mejorarse la construcción de la estadística de homicidios, y aportó una recomendación final. “En México Evalúa hemos insistido en que necesitamos a alguien externo para romper con esta inercia donde se mezclan incentivos incorrectos, falta de capacidades y una realidad abrumadora. En Inglaterra se creó una oficina que audita los datos, y esto es un incentivo a mejorar la calidad. Si queremos tener políticas de reducción de homicidios que funcionen, es importante que emprendamos esta tarea”, concluyó.