Leopoldo Castilla: "El poeta es un ciego iluminado"
El escritor fue invitado por la Universidad para dialogar con la ensayista Ivonne Bordelois, hablar de su proceso creativo y leer fragmentos de su obra.
12-11-2018
El poeta, narrador y ensayista salteño Leopoldo Castilla se presentó en la Sede Rectorado Centro en el marco de la Serie de Lecturas FROST organizada por la Maestría en Escritura Creativa de la UNTREF, a la que asistieron alumnos de la carrera, docentes, colegas y público general. El “Teuco”, como le dicen a Castilla, se sumó así a la lista de homenajeados por este ciclo en el que ya estuvieron Erri De Luca, Menchu Gutiérrez, Silvia Molloy y Tununa Mercado, entre otras figuras.
Castilla agradeció a todos los presentes y dijo sentirse abrumado por los elogios introductorios de Ivonne Bordelois. “Es una de las más refinadas venganzas que suele tener ella conmigo, que es alabarme en público”, dijo provocando las risas de los asistentes. El poeta aseguró sentirse honrado por participar del ciclo y compartió con la audiencia las motivaciones que para él subyacen a la creación poética.
“Por un golpe de emoción, de inocencia o asombro, el poeta se lanza como un ciego iluminado a ver si le es concedido el poema”, explicó. Según él, para acceder a ese terreno es necesario que “uno deje de ser uno para ser la poesía la que escribe”. También afirmó que es cuando decanta el poema que interviene el amanuense. “El poeta pule las aristas, redondea el verbo, destierra las vacilaciones. Aplica el único oficio del que es dueño: su carpintería”, expresó.
El homenajeado, que tiene en su haber cerca de veinte libros de poemas por los que obtuvo prestigiosos galardones como el Primer Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes (2000) y el Premio Konex (2014), contó que fue en su infancia cuando tuvo “señales de esa hechicería”. Como relató, con 4 o 5 años, todas las noches “veía a la muerte bajar por la escalera de mi casa y soñaba con la lluvia de fuego del fin del mundo”. Recordó que su curiosidad no cedió ante la visión de esos terrores, y que “ya más changuito advertí que había sido favorecido”.
Castilla dijo que la poesía debe resistir “a los mercadáveres y la invalidez mental de los poderosos”, y que se siente orgulloso de que lo reconozcan como una de las voces líricas de Latinoamérica. “Es un gran honor ser latinoamericano. Los países de la región compartimos la misma memoria, la misma emoción”, aseguró. Para deleite de sus lectores, recitó con su cadencia norteña algunos de sus poemas más sentidos como Balada de Auschwitz, Letanía de la patera, Selva inundada y Manada VII.
“Cuando se está ante una verdadera poesía y un poeta cierto, no disfrazado, no inventado, hay razones para alegrarse en esta ciudad que pretende reducir a jirones la cultura”, dijo Bordelois sobre el impacto de la obra de Castilla. Como sintetizó la experta, su producción se desprende de la rica tradición del Norte Argentino para emprender un camino singular: el del viaje. “Pero no el viaje que va a una aventura sensual y de lujo, sino un viaje que le hace una pregunta al universo, que busca entender adónde vamos, qué nos pasa, qué nos dicen estos lugares diferentes, estos hombres y mujeres distintos”, continuó la ensayista.
Es que, según ella, hay en la poesía de Castilla un aspecto de profunda compasión “que no oculta ni perdona la pobreza más pobre, el hundimiento de las pateras o el impronunciable terror de Auschwitz”, al tiempo que “encuentra en la celebración una veta natural”. “Es una poesía de un escepticismo apasionante”, concluyó.