¡Hasta siempre, Pepe!
La UNTREF lamenta profundamente el fallecimiento del ex-presidente del Uruguay José Mujica (89), un gran amigo de esta Universidad donde estará presente por siempre a través de la profunda huella que dejó las veces que nos visitó.
14-05-2025

Con sus modos simples y sabios, vino en varias oportunidades a la UNTREF. En el Auditorio de la Sede Caseros II se encontró con una platea llena de jóvenes estudiantes que escucharon casi con devoción su análisis del “capitalismo tardío” en una mesa en la que participó el actual rector Martín Kaufmann. En otra oportunidad y casi por sorpresa, visitó acompañado por el rector emérito Aníbal Jozami la Sede del MUNTREF en el Hotel de Inmigrantes.
Mujica fue un ser nacido para la política. En su juventud, la indignación por la injusticia lo llevó, como admitió con supina nobleza, por el camino equivocado. Convencido de sus ideas, tomó las armas para defenderlas. Con un rasgo distintivo de la cultura política uruguaya: la democracia, la república, lo público, la convivencia eran y son valores que no deben arriarse. Pagó con cárcel su lucha. No fue en una celda. En rigor de verdad, estuvo confinado en un pozo sin luz durante más de trece años. En gran medida, consumieron su juventud y castigaron con dureza su salud.
Volvió. Sin rencores. Más reflexivo y un tanto más pragmático. El planeta había cambiado y él se había transformado para bien. Manteniendo en lo más alto sus ideales de edificar una sociedad más considerada con los que menos tienen, buscó alternativas más moderadas. Sociólogo intuitivo, supo leer el mundo real y consiguió transmitir que el odio y el resentimiento eran figuras del pasado que no debían regresar.
Militante infatigable, Mujica fue diputado, senador y ministro antes de llegar a la presidencia. Dicen los que más lo acompañaron que nunca se pensó como presidente de una nación. Pero en 2010 fue elegido máximo mandatario de la República Oriental del Uruguay. La sabiduría de los años lo llevó a sostener una postura ético-política que llamó la atención a todos: la austeridad como ejemplo de vida. En ejercicio del Poder Ejecutivo del hermano país, se movilizaba en su antiguo escarabajo de los ’80 y siempre mantuvo su domicilio en su pequeña chacra a las afueras de Montevideo. Nunca se llevó bien con los protocolos que merecía por el cargo que ocupaba. Donaba casi el 90 % de su salario como presidente.
Sus gestos le permitieron construir el respeto de quienes lo había votado y de los que estaban en la oposición. Nunca arrió las banderas de la justicia social y de la solidaridad. Se manejó siempre con su tono campechano y sabio. Aquí un apartado especial: aunque nunca hizo gala, Mujica era un gran lector y un hombre siempre bien informado. Todas las mañanas hacía su programa de radio en la emisora oficial y, luego, caminaba 300 metros hasta donde estaba el despacho presidencial. Eran, tal vez, las tres cuadras más largas del Uruguay porque en ese recorrido por la Avenida 18 de Julio el debate y el mate ofrecido y aceptado se repetían una y otra vez. ¿Y la custodia? Apenas un edecán que tenía orden estricta de jamás interrumpirlo durante el contacto con la gente: los que lo apoyaban y los opositores. Todos eran bien recibidos. Y el diálogo se armaba paso a paso.
Se fue un político coherente que supo evolucionar con los tiempos. Será referente ineludible en la defensa de las ideas colectivas y solidarias y en el sostenimiento de las concepciones humanitarias. ¡Hasta siempre, Pepe!