El “bono demográfico” en debate
Nuestro país atraviesa en las últimas décadas un “bono demográfico”, un período en el que la población activa es proporcionalmente mayor que la inactiva.
01-02-2024
Este fenómeno abre interrogantes acerca de un futuro cercano en el que habrá menos personas que trabajen y más en situación de dependencia económica. La investigación, el análisis de datos y la construcción de conocimiento que se producen en el ámbito de la universidad son, sin duda, recursos valiosos a la hora de evaluar las condiciones de la población y planificar políticas públicas a largo plazo.
Gladys Massé, coordinadora de la orientación socio-demográfica de la Maestría en Generación y Análisis de Información Estadística de la Universidad, sostiene: “Desde el punto de vista teórico se considera el bono demográfico como una ventana de oportunidad en la medida en la que las políticas de pleno empleo y, en particular, aquellas que involucran al trabajo formal hacen experimentar un aumento en la productividad y en el desarrollo económicos y en la mejora social”.
Sin embargo, existe una importante proporción de economía informal y/o tasas de desocupación elevadas que impactan de manera negativa porque, por ejemplo, no se contribuye completamente a los sistemas de previsión y seguridad social, entre otros factores.
“Argentina —continúa la experta- podría estar atravesando los últimos años para aprovechar los aspectos positivos del bono demográfico debido a que, a pesar de que se trata de una población envejecida, aún no se ha producido un envejecimiento demográfico significativo y la proporción de la población potencialmente activa es relativamente alta en comparación con la población dependiente. Para ello resulta imprescindible asegurar una economía de pleno empleo básicamente formal”.
Este contexto hace necesario y urgente pensar e implementar políticas y reformas que aborden los desafíos específicos asociados con el envejecimiento demográfico: “Revisar y ajustar los sistemas de seguridad social y pensiones para garantizar su sostenibilidad financiera; garantizar esquemas de participación activa de las personas adultas mayores en diferentes ámbitos de nuestra sociedad; desarrollar programas de apoyo para los familiares y cuidadores de personas adultas mayores, acompañados de políticas que faciliten el acceso a viviendas adaptadas a sus necesidades, con infraestructuras urbanas que fomenten la movilidad y la participación activa en la sociedad, son algunas cuestiones que hay que tener en cuenta”, ejemplifica Massé.
El envejecimiento demográfico se constituye en un desafío que requiere ser abordado para prever mejoras en la calidad de vida de la población adulta mayor. “En este sentido debería repensarse, también, el sistema previsional, cuyo abordaje es sumamente complejo y requiere de un enfoque integral no parcializado”, concluye.