La desigualdad desde las clases sociales

Referentes territoriales y especialistas presentaron números y análisis sobre la situación de los sectores altos y populares, en un contexto en el que se profundiza la distribución inequitativa de la riqueza y la elite económica es cada vez más poderosa.

07-08-2019

Según datos presentados por la investigadora del CONICET, Ana Castellani, América Latina es una de las regiones más desiguales: el 1% más rico posee el 37% de la riqueza, y el 20% más rico recibe el 45% de los ingresos. “Estos números nos hablan de una élite económica cada vez más poderosa, pero con una particularidad: su novedosa forma de vincularse con el poder político a través de la captura del Estado y su incursión directa en la gestión pública”, afirmó la especialista durante la Jornada La desigualdad desde una perspectiva de clases sociales: clase alta y clase trabajadora en la Argentina actual.

La actividad, organizada conjuntamente por el Centro de Estudios e Investigación en Políticas Sociales Urbanas (CEIPSU) de la UNTREF, el Instituto de Investigación Gino Germani (IIGG) y el Seminario Internacional sobre Desigualdad y Movilidad Social en América Latina, reunió a referentes territoriales y especialistas que se enfocaron en la situación presente de los sectores altos y populares, poniendo de relieve sus rasgos estructurales y sus identidades en un marco en el que se profundiza la distribución inequitativa de la riqueza.

Los números presentados por Castellani son de 2017, elaborados por la Red Internacional de Organizaciones no Gubernamentales (OXFAM) y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Para ella, el fenómeno que mencionó data de los últimos 20 años, tensiona la democracia y está estrechamente relacionada con la profundización de la desigualdad. En el caso concreto de Argentina, dijo que se puede ver claramente en el gobierno de Cambiemos, que “ha incorporado masivamente este tipo de perfiles”. 

De acuerdo con su investigación, de los 364 integrantes del gabinete de Cambiemos, 114 se desempeñaron en altos puestos de empresas del sector privado. “Este es el mecanismo de la puerta giratoria, por el que se ocupan cargos importantes en la función pública viniendo del ámbito empresarial sin solución de continuidad”, aseguró.  

En el actual gobierno argentino, esta modalidad se concentra en las carteras de Energía, Modernización y, llamativamente, Desarrollo Social. “Se legitima socialmente bajo el argumento de que van a aplicar su conocimiento empresarial en el Estado, pero producir políticas públicas no tiene nada que ver con ese expertise”, remarcó. En pos de mejorar la calidad democrática, Castellani señaló que se deben establecer períodos de enfriamiento en el pasaje del sector privado al público y viceversa, y reforzar los organismos de control de la función pública y el lobby empresarial.  

“Necesitamos incorporar imperiosamente en la agenda el problema de la desigualdad creciente, que es la razón principal del incremento de la pobreza”, comentó Jorge Carpio, director del CEIPSU. quien estuvo acompañado por Gabriela Benza, investigadora de ese espacio. “En el caso de Argentina, estamos atravesando desde las últimas décadas un proceso de latinoamericanización que cuestiona algunas singularidades de nuestro país, como la importancia de su clase media”, convinó por su parte Martín Unzué, director del IIGG. 

Sus colegas del CONICET Mariana Heredia y Florencia Luci se abocaron a desentrañar la composición de estas élites, profundizando en sus valores y estilos de vida. Acompañándolas, como moderador de la mesa, estuvo el padre Francisco Olivera, del Grupo Curas en Opción Preferencial por los Pobres. “En Argentina, casi nadie se considera clase alta o rico. Sí los que tienen apellidos de alcurnia, pero esos no son los que tienen las grandes fortunas”, indicó Heredia sobre la dificultad para delimitar este sector social.

“Las clases altas argentinas no se ajustan a ciertos elementos de la noción canónica de oligarquía, ni siquiera son mayoritariamente nacionales, y no necesariamente los empresarios nacionales han tenido conductas distintas a las de los empresarios extranjeros, no son ya tan visibles ni dirigen moralmente a la sociedad”, resumió.

A su vez, Luci expuso los resultados de un trabajo de campo con funcionarios del Gobierno de Mauricio Macri, explicando que su llegada al cargo se dio a través de lazos de amistad y familiaridad con el presidente, los ministros y otras líneas, antes que por una trayectoria partidaria o en la gestión pública. “Al mirar de cerca estos vínculos, se revela una trama que cruza colegios exclusivos, clubes de rugby, prácticas filantrópicas ligadas a la iglesia y participación en fundaciones y ONGs”, agregó. 

“Muchas de las caras visibles del gobierno forman parte de familias que se reconoce como la clase alta argentina, algo que da cuenta de otro elemento importante de este gobierno: su fuerte componente clasista”, refirió, y apuntó que uno de los aspectos centrales del acceso de Cambiemos al poder es el manejo de una gramática managerial. 

Baja de la participación del salario y feminización de la pobreza

El otro panel del encuentro, bajo la moderación del reconocido historiador británico Daniel James, de la Universidad de Oxford, contó con la participación de las investigadoras del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del CONICET, Paula Lenguita y Paula Varela, y de su par del IIGG, Héctor Palomino.

Palomino mostró un gráfico con los porcentajes de la participación del trabajo en el ingreso, afirmando que desde 2015 decayó sistemáticamente. Según los datos del INDEC expuestos por Palomino, en ese momento dicho porcentaje era de 52,8%, mientras que en 2018 bajó al 45,5%. Complementando esta información, brindó cifras provenientes del Ministerio de Producción y Trabajo sobre los conflictos laborales en Argentina, medidos por jornadas no trabajadas por huelgas. En tanto que en 2006 hubo casi 6 millones, en 2018 esa cifra se duplicó. “Los números muestran la necesidad de los trabajadores de sostener la defensa del empleo y del salario”, manifestó el sociólogo, añadiendo que la desocupación subió un 80% respecto a la que había en 2015.

“Si tomamos la rama de actividad, quienes más se movilizaron fueron docentes, trabajadores de la salud y la administración pública, que tienen una mayor base femenina”, completó. Siguiendo una línea similar, Lenguita habló de una “feminización de la pobreza”, puntualizando que el 92% de los destinatarios de la Asignación Universal por Hijo son mujeres, y que éstas son subyugadas por el mismo sistema mediante el endeudamiento. “La ANSES les ofrece préstamos con tasas de interés del 50%”, graficó.    

Dentro de los llamados ni-ni (los que no trabajan ni estudian), comentó que el 40% son madres con hijos a cargo. “El mismo nombre con que se designa a este segmento invisibiliza las tareas de cuidado que realizan estas mujeres jóvenes”, advirtió

Asimismo, Varela dijo que desde 2015 hay indicadores preocupantes de la caída del salario real. “En el sector privado se estima en un 10%, mientras que en el público en más de un 15%. A esto hay que sumar una tasa de desocupación que del 7,1% pasó al 10,1% en la actualidad, castigando fundamentalmente a los jóvenes, especialmente a las mujeres”, argumentó.  

La especialista también destacó que es importante pensar en la heterogeneidad de estos grupos, ya que no son lo mismo los trabajadores de la economía popular que los asalariados bajo convenio. Por ejemplo, el sector manufacturero, que es minoritario, viene experimentando una recomposición salarial desde 2003. “Que ese sector exista implica un ataque a la clase trabajadora vía reforma laboral”, concluyó Varela. 

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