El Seminario de Pensamiento Económico Argentino abarcó variadas temáticas

En los primeros cuatro encuentros del año los especialistas abordaron la vinculación entre el desarrollo económico y el cuidado medioambiental, a la vez que explicaron la realidad financiera argentina en relación con el resto de Latinoamérica.

18-06-2024

Los especialistas en economía y medioambiente que participaron de los cuiatro primeros encuentros del Seminario de Pensamiento Económico Argentino explicaron que el crecimiento económico de un país no debe ir en desmedro de sus recursos naturales ya que las crisis medioambientales generan una caída del PBI. Asimismo, pusieron de manifiesto el contraste actual entre la economía argentina y la del resto de Latinoamérica, y la necesidad de que nuestro país vincule su política comercial con su política internacional.

La primera charla contó con la exposición del Licenciado en Economía del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) Martín Rapetti, del especialista en Desarrollo Económico Andrés López (UBA) y de la Licenciada en Economía Roxana Maurizio (UBA).

La exposición de Rapetti estuvo dividida en etapas históricas. Para él, desde 1950 hasta 2000 no existían grandes diferencias en el desarrollo de los países latinoamericanos. Sin embargo, desde 2000 hasta la actualidad, algunos países experimentan crecimiento y otros, en especial Argentina, un retroceso. A partir de un gráfico, basado en datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rapetti demostró que en este último escenario nuestro país experimenta una inflación interanual superior al 211%, mientras que otros, como Uruguay y Chile, registran 5% y 3.9%, respectivamente.

Maurizio, investigadora de la UBA, basó su ponencia en cuestiones vinculadas con el mundo laboral y la evolución e involución de las condiciones de trabajo en los últimos 30 años. Desde 1994 hasta 2002 hay, sostiene, un debilitamiento de las instituciones laborales y un aumento de la informalidad y de la desigualdad; desde 2003 hasta 2014 esta situación se revierte y se genera una reducción de la desocupación y de la desigualdad a la vez que comienza un proceso de formalización laboral. Luego, desde 2015 hasta 2019, se destaca un panorama laboral complejo y una ralentización de las mejoras; finalmente una generalizada caída en los ingresos reales en la etapa que abarca desde 2020 hasta 2023.

Andrés López indicó que es prioritario definir qué significa que un país sea desarrollado y destacó que todos los países pobres se parecen ya que viven situaciones homogéneas. En cambio los países ricos son un conjunto bastante heterogéneo. “Tenemos países como Luxemburgo, Irlanda, Qatar y Noruega que entre sí son bastante diferentes”, mencionó. Además, subrayó que la diversificación productiva es clave: “Los países más ricos son los que tienen una estructura diversificada y altos niveles de complejidad económica. Se trata de diversificar la economía para no depender únicamente de los recursos naturales porque se ha visto que los países que dependen de esta única variable no son los países ricos”.

A diferencia del segundo y el tercer encuentro, en el que se abordaron cuestiones orientadas a la relación entre comercio y ecología, el comercio internacional también fue tratado en la cuarta charla. De ella participaron los investigadores de la UBA Ricardo Carciofi y Juan Carlos Hallak.

Mientras que Carciofi observó un escenario signado por una fragmentación económica que se caracteriza por factores geopolíticos, caracterizada por países que alinean su política internacional con su política comercial; Hallek indicó que las relaciones bilaterales son menos importantes de lo que parecen porque “si no nos compra un país nos compra otro”.

Pese a esta diferencia, Carciofi y Hallek llamaron a consolidar las relaciones comerciales argentinas a partir de acuerdos ya que indicaron que nuestro país sufre “graves problemas de inserción internacional”

Comercio y ecología

Del segundo encuentro participaron la economista de la UBA Verónica Gutman y la investigadora del Banco Mundial Mariana Conte Grand. Ambas analizaron cómo equilibrar el comercio y la ecología de modo tal que resulte favorable para los intereses de la comunidad.

Gutman dijo: “Las nociones de crecimiento y desarrollo necesitan incluir la protección ambiental, la transición energética y la transición a los sistemas agroalimentarios”. Conte Grand explicó que “los efectos del cambio climático tienen su correlato en la economía de cada país”. Además, señaló que las políticas ambientales actuales adoptan tres modalidades: estándar, referidas a las que los organismos internacionales les dicen a los países cuánto y qué emitir; de mercado son las que a través de impuestos y permisos aceptan cierto nivel de emisión; y de difusión de información, acción que consiste en identificar a los países más contaminantes para que, mediante penalizaciones económicas, el mercado las regule.

Por su parte, Gutman recordó que la Argentina ratificó todos los tratados internacionales sobre cambio climático y organizó dos cumbres climáticas que se llevaron a cabo en Buenos Aires en 1998 y en 2004. “Hoy en día nuestro país cumple con las recomendaciones internacionales para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero de acá al 2030 y con una serie de medidas para dar respuesta a esta crisis global”, manifestó la investigadora.

Finalmente, de la tercera charla formaron parte la Licenciada en Economía de la UBA Martina Chidiak y el investigador del CONICET Diego Murguía. Ambos abordaron la relación entre desarrollo, sustentabilidad y recursos naturales y el vínculo entre desarrollo y administración del capital natural.

Chidiak expresó que el  cambio climático no solo es una amenaza para el planeta y las personas que lo habitan sino, también, para la economía global. En este sentido, el cuidado del ecosistema tiene que llevarse a cabo de forma conjunta entre el sector público –principalmente los gobiernos nacionales- y el privado –encabezado por las corporaciones empresarias-. En su opinión, es fundamental la presencia estatal a la hora de llevar a cabo políticas que premien el uso de energías renovables y de alguna forma castiguen la utilización de recursos contaminantes.

A su vez, Murguía pidió salir del “extractivismo minero” y llamó a una mayor coordinación entre las agendas productivas, ambientales, sociales y de innovación tecnológica; a la aplicación de políticas que mejoren la empleabilidad de las poblaciones locales en áreas mineras; y a una política industrial que invierta sostenidamente en actividades de aprendizaje tecnológico y agregado de valor en litio, oro y cobre, entre otras cuestiones.