Daniel Arroyo: “Es tiempo de combinar derechos y movimiento económico”

El ministro de Desarrollo Social de la Nación ofreció una videoconferencia en la que explicó cómo potenciar el trabajo y la producción a través de los planes sociales.

16-09-2020

En una teleconferencia en donde detalló algunas de las estrategias que viene impulsando su cartera para fortalecer el empleo y la producción en la postpandemia, el ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, afirmó que es momento de combinar el acceso a derechos como la educación y la vivienda digna con el desarrollo de la actividad económica.    

Para lograr esa combinación, el funcionario apuntó que aplicará el Plan Potenciar Trabajo
destinado al 40 % de la población más pobre e inmersa en la informalidad laboral con el foco  puesto en vincular el empleo con los planes sociales. El ministro explicó que el programa se apoya en cinco sectores de la economía que son mano de obra intensivos: la construcción, la producción de alimentos, la actividad textil, la economía del cuidado y el reciclado.  

En su charla, organizada por el Foro Ecuménico Social, informó que el programa busca crear 300  mil nuevos puestos de trabajo a partir de un presupuesto de 20 mil millones de pesos.   “La persona que recibe el plan social,  al trabajar cuatro horas diarias cobra la mitad del salario mínimo”, dijo sobre su funcionamiento, aclarando que trabajar es también capacitarse en oficios y terminar la escuela secundaria. 

“Lo entendemos así porque todo conduce al trabajo. Tenemos tres realidades entre los que cobran un plan social. Hay una parte que no tiene un problema de capacitación, la economía se activa y rápidamente entran al mercado laboral. Otros, aunque la economía vuele no van a entrar, necesitan oficios, una red de tutores. Y hay una tercera parte más lejos del mercado laboral, personas que no han completado la escuela secundaria, con problemas de salud y de adicciones”, graficó en el encuentro virtual transmitido por el canal de YouTube de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), con el auspicio de esa institución, la UNTREF, la Universidad Nacional de Córdoba, la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y las universidades españolas Pontificia de Comillas y Rey Juan Carlos

Por otro lado, indicó que para aquellos que trabajen más de esas cuatro horas, quien los contrate, ya sea el sector público o el privado, deberá completarles el ingreso hasta llegar por lo menos al salario mínimo, y ejemplificó con alguien que puede ser convocado por un municipio para la construcción de cloacas y viviendas o alguna cuidadora a la que una obra social o prepaga le requiere sus servicios. 

Arroyo enfatizó que el Programa también opera como un sistema de crédito no bancario. “Armamos un sistema de crédito a tasas muy bajas del 3% anual para máquinas, herramientas, insumos y bienes de capital, para que el carpintero tenga una sierra circular, para que quien cose en su casa tenga una máquina de coser”, continuó, y dijo que entre otros de sus beneficios están el monotributo social y el acceso a una cuenta bancaria.

Además, el político y profesor universitario evaluó que hay otros dos ejes complementarios para salir de la crisis. Uno es el de consolidar un ingreso de base, como se está haciendo con el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que alcanza a 9 millones de familias con el fin de acompañar el trabajo y la educación. El otro es la urbanización de los 4 mil barrios en los que viven más de 4 millones de personas hacinadas y sin servicios básicos. 

“Estos son los argentinos que viven en el siglo XIX, urbanizar es abrir calles, es tener piso de material, espacios públicos, es el derecho al hábitat pero además es un gran plan de trabajo”, definió. 

Arroyo dijo que los desafíos son enormes porque la pandemia agudizó el nivel de deterioro social y graficó con algunos números: de los 8 millones de argentinos que recibían asistencia alimentaria en 2019, se pasó a 11 millones tras haberse declarado la emergencia sanitaria. El funcionario apuntó que eso se debe a que se sumaron nuevos grupos a los comedores y merenderos. A los pobres estructurales y a quienes viven de changas, se les agregaron los trabajadores informales integrados (taxistas, remiseros y mozos, entre otros) y los formales cuyos ingresos ya no les alcanzan. 

Para atender esa demanda, dijo que el Estado se articuló con una gran red social. “Ha habido un gran despliegue para atender la cuestión alimentaria, de iglesias, organizaciones sociales, escuelas y un rol muy activo e importante, en volumen y en escala, del sector privado. Todo junto ha logrado contener la situación social”, opinó. 

Si bien se amplió la cobertura, el ministro llamó la atención respecto a la baja en la calidad nutricional por el alto costo de los alimentos, y manifestó que lamentablemente hoy se están ofreciendo más harinas y arroz que frutas, verduras y carnes.

Arroyo expresó que “la política de la pandemia ha sido esencialmente de asistencia alimentaria”, y que actualmente el 90 % del presupuesto del ministerio está destinado a esa tarea y el 10 % restante al trabajo. “Lo primero es poner un piso a la caída social y después comenzar la reconstrucción”, comentó, añadiendo que el objetivo es que a fin de año el presupuesto para el trabajo alcance un 50 % y que en el 2021 se convierta en el eje central. 

Asimismo, sostuvo que hay cinco retos fundamentales en la postpandemia: la inclusión de los jóvenes de entre 18 y 29 años; erradicar la desigualdad educativa; garantizar la cobertura universal de los jardines maternales; redefinir el rol de las universidades para que creen nuevos paradigmas de pensamiento; y poder emprender cambios estructurales en la gestión que permitan consolidar políticas de estado fundamentales más allá de los gobiernos.

Una reconstrucción moral

Acompañando la transmisión del ministro estuvo el rector de la UNTREF, Aníbal Jozami, que coincidió en que se debe trabajar coordinadamente para salir de la crisis.
 

“Tenemos que integrarnos desde los distintos ámbitos de la sociedad para trabajar en un cambio estructural en lo ideológico, lo político, lo económico y lo social, para volver a construir una comunidad organizada. Lo que ha pasado en el mundo aparte de los muertos que tanto sentimos, aparte del deterioro del trabajo y de la escuela, es un deterioro moral muy grande. Hay una desunión a nivel de la sociedad, y eso es lo que tenemos que tratar de resolver entre todos, planteando políticas generales para mejorar esa situación”, argumentó. 

El rector de la UNTREF insistió en que las universidades tienen un papel clave en esta reconstrucción moral y se explayó sobre los efectos que ha tenido la pandemia en ese terreno. 

“Quizás el mundo no estaba moralmente preparado para esta pandemia, y digo esto porque vemos cosas muy sintomáticas, vemos en nuestro país actitudes que desprecian el cuidado de la gente, que subordinan la salud a la economía o la política. Vemos que se está profundizando el prejuicio contra los más pobres, y otros problemas ya muy presentes en la sociedad como son la violencia de género y las distintas discriminaciones, a nivel internacional lo que ocurre con el desprecio a los migrantes”, reflexionó. 

Por su parte, el rector de la UCC, Padre Alfonso Gómez de la Compañía de Jesús, opinó que el trabajo es necesario para la sobrevivencia pero también conlleva la realización integral de la persona, y que en tanto tal es “fuente de concordia y paz social”. Gómez expresó su preocupación por las familias en las que hay dos y tres generaciones de niños que no han visto a sus padres trabajar, y dijo que eso produce un enorme daño psicológico, en la autoestima y en las habilidades sociales y capacidades para aprender nuevas destrezas. 

En esa línea, la decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UCC, Mónica Cingolani, destacó que es primordial generar igualdad de oportunidades en la formación. “Aun cuando pudiéramos distribuir los recursos productivos de una manera equitativa entre todos los ciudadanos la desigualdad volvería a infiltrarse, porque los individuos tienen capacidades diferentes para convertir los recursos productivos en ingresos. Lo que contribuiría a reducir esta desigualdad es el camino de igualar los potenciales”, ponderó.

Jorge Etkin, director de la carrera de Administración de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, criticó el modelo de gestión que asumen algunas organizaciones. “Vemos una gestión basada en la concentración del poder y la exclusión antes que en la integración y la complementación en el trabajo”, señaló, planteando que las empresas deben avanzar con estrategias superadoras. 

Generando un contrapunto con Etkin, Martín Maslo, titular de la PyME BRN Capital, habló de las diferentes acciones que impulsó desde su empresa, entre ellas la campaña Un plato más, en la que se propuso a la gente servir un plato más de comida en cada mesa para donarlo a quien no tiene para comer. “Lo que nos compete como seres humanos es la ayuda como justicia social, el deber moral que tenemos como seres humanos de darle al otro no solo lo que necesita sino lo que corresponde”, aseguró, y agregó estar conmovido con las respuestas solidarias con las que se encontró. “Hay que visibilizar la capacidad de ayudar para que eso se extienda a los demás”, acotó. 

Junto a ellos participaron el director del Foro Ecuménico Social, Fernando Flores Maio, que ofició de moderador del encuentro; el rector de la Universidad Nacional de Córdoba, Hugo Juri; la presidenta de la Fundación Misión Esperanza, Hermana Teresa Verela; y la directora de Responsabilidad Social Empresaria de Prudential Seguros, Jesica Lores.

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