La contribución de las personas migrantes a la economía argentina
Con la participación de especialistas y referentes de colectividades, se realizó por primera vez una jornada en la que se analizaron los aportes de los flujos migratorios al desarrollo productivo, el empleo y los desequilibrios demográficos en el país.
13-09-2019
La hostilidad hacia los migrantes ha crecido en los últimos años en todo el mundo y eso se debe, en opinión de Lelio Mármora, director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo (IPMA) de la UNTREF y uno de los más importantes analistas sobre el tema en Argentina, a una reacción exagerada basada en los prejuicios. “En diferentes regiones y países se han incrementado los discursos alarmistas y xenófobos frente al migrante vinculándolo con el aumento del delito, la ocupación de los puestos de trabajo y el uso de los servicios de salud y educación”, indicó afirmando que, además, tales vinculaciones son parte de la especulación electoral.
Con la idea de romper esa construcción estigmatizante y aportar evidencia concreta sobre el tema, se realizó en la Sede Rectorado Centro de la UNTREF la primera jornada que analizó las contribuciones de las personas migrantes al desarrollo del país, con organización conjunta del IPMA, la Dirección de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
“Si miramos los números, hace 100 años en Argentina los migrantes representaban el 30% de la población, hoy no superan el 5%”, precisó. Para Mármora, los migrantes tienen un impacto positivo en tres sentidos: aportan un bonus demográfico, a la economía y al mercado de trabajo. “Según las Naciones Unidas la población total en edad reproductiva en los países desarrollados está disminuyendo, incrementándose a su vez la población de más de 65 años”, señaló el experto y dijo que algunos analistas definen esto como “suicidio demográfico”.
Argentina no está exenta de este problema: su índice de fecundidad en 1990 era de 3 hijos por mujer, mientras que en la actualidad ha bajado a 2,3. “Estamos en un descenso de la tasa de natalidad”, comentó el director del IPMA, agregando que en 2010 el 71% de la población extranjera en el país se componía de personas entre los 15 y 65 años. “Se trata de una población más joven y productiva, que en este escenario surge como un aporte básico al desequilibrio poblacional”, continuó.
En ese sentido, y contra la imagen prejuiciosa que plantea que la inmigración es importar pobreza, señaló que diferentes colectividades permitieron el desarrollo económico en distintas regiones del país, como el caso de los migrantes bolivianos que reactivaron las chacras del Alto Valle.
Además, Mármora dijo que “estamos recibiendo la mano de obra más calificada de la historia”, haciendo referencia a los 14 mil ingenieros venezolanos que residen actualmente en Argentina. “Algunos estudios señalan que el 60% de los estudiantes argentinos de ingeniería piensa irse del país cuando se reciban”, aseguró, y dijo que por eso los profesionales extranjeros cubren una demanda insatisfecha en el mercado de trabajo y funcionan complementariamente con la mano de obra nativa.
Por su parte, el director nacional de Pluralismo e Interculturalidad, Julio Croci, habló del peso cultural y económico de las instituciones fundadas por colectividades. “Muchas veces pensamos a la Argentina como un país bondadoso que abre las puertas a todos los pueblos, pero poco lo hacemos con relación a los aportes que hacen los migrantes a nuestra sociedad en términos económicos, gastronómicos, culturales e idiomáticos”, dijo.
Como informó, en Argentina hay más de 5 mil instituciones de colectividades que contribuyen enormemente a la sociedad. Entre ellas se cuentan más de 400 escuelas, a las que asisten cerca de 200 mil chicos, así como más de 20 hospitales activos, que marcan la fuerte impronta de los migrantes en el campo de la salud. “El 30% de las residencias que promociona el Estado argentino quedan vacantes, porque son lugares inhóspitos, pueblos rurales del Norte y el Sur de Argentina, y eso hoy se está cubriendo en gran parte por el aporte de los médicos venezolanos”, ilustró Croci, que también trajo a colación el caso de la primera escuela de enfermería en el país fundada por la colectividad británica de Buenos Aires.
Con relación a las actividades productivas, mencionó a las comunidades española, italiana y griega de las ciudades costeras como Mar del Plata, que iniciaron la pesca artesanal con las lanchas amarillas.
“Tendríamos que ver qué estaría sucediendo en Argentina con la producción frutihortícola si no estuvieran los migrantes bolivianos. Seguramente estaríamos importando”, evaluó. Como moderadora de la mesa estuvo Mariana Beherán, coordinadora de la Unidad de Investigación y Publicaciones de OIM Argentina.
Gasto social y migrantes
El economista Ariel Lieutier presentó un trabajo que puso en relación la migración con el gasto social. “Es un tema espinoso en el que se intersectan buena parte de los prejuicios vinculados a los migrantes”, dijo. De acuerdo a datos del Censo 2010, 71% de los migrantes llevaban más de 10 años de residencia en el país. “Esto habla de poblaciones consolidadas y profundamente arraigadas, que desmitifican esta idea de un migrante rapaz que entra y sale”, acotó el investigador. Lieutier detalló que se relevaron 209 programas del gasto social correspondientes a 2015 buscando identificar en qué proporción impactaban sobre los migrantes, a partir de fuentes como la Encuesta Permanente de Hogares y el Sistema de Identificación Nacional Tributario y Social.
“En lo que es promoción social solo el 1% del gasto social está destinado a migrantes, que está incluso por debajo de lo que se destina a los no migrantes”, comentó sobre los resultados. Asimismo, expuso que la proporción de pensiones no contributivas es de 8% para los argentinos contra un 4% de los migrantes, y que las asignaciones familiares alcanzan a un 8% de nativos y a un 5% de migrantes.
El dato clave, para el economista, es que la mayor parte de los programas de base no contributiva, aquellos en los que las personas no tienen que aportar nada para recibir el beneficio, están dirigidos a argentinos. “En los migrantes el 79% del gasto social se distribuye a partir de programas de base contributiva, y el 21% a partir de programas de base no contributiva. Esto quiere decir que han hecho un esfuerzo mayor que los no migrantes para poder percibir ese gasto social”, concluyó.
Un país históricamente receptivo
El encuentro contó con la participación especial del Secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación, Claudio Avruj, quien afirmó que “el ser nacional argentino se define por su diversidad”. El funcionario enfatizó que “somos un país que le debe mucho a la inmigración” y expresó que “es necio quien no puede ver la riqueza de nuestro mosaico de identidades”.
También se detuvo en cómo el país se posicionó, a través de sus leyes y políticas públicas, como un lugar históricamente abierto a los flujos migratorios, citando los artículos 14 y 20 de la Constitución Nacional, que hablan de los derechos civiles y sociales de los extranjeros en territorio nacional; la Ley 25871, que plantea que la migración es un derecho inalienable de las personas; el establecimiento del 4 de septiembre como Día del Inmigrante, consagrado en 1949 durante el gobierno de Juan Domingo Perón; y el Plan Nacional de Derechos Humanos, que entre otros aspectos garantiza la igualdad y la no discriminación de todos los que habitan suelo argentino.
Junto a él se presentó Gabriela Fernández, jefa de oficina de OIM Argentina, que elogió el trabajo coordinado entre académicos, organismos internacionales, funcionarios de gobierno y referentes de las propias colectividades. “Las migraciones son una realidad que atraviesa a todas las sociedades y que hay que gestionar de manera positiva, respetando los derechos humamos de todos los migrantes y brindándoles posibilidades para que se realicen plenamente como personas”, apuntó. Acompañando esta iniciativa hubo representantes de diversas colectividades, entre ellas la italiana, china, peruana y venezolana, que compartieron sus experiencias con el público presente.