Stefano Zamagni: “El desafío es lograr un trabajo justo y decente”

En una videoconferencia transmitida por el portal de la UNTREF, el asesor del Papa afirmó que es fundamental la creación de empleos con salarios equitativos que también permitan el desarrollo personal y de las comunidades.

03-09-2020

Stefano Zamagni, director de la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano y asesor de los Papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, disertó sobre el futuro del empleo en el escenario postpandemia remarcando que las empresas, además de impulsar un trabajo justo, deben garantizarle a sus miembros un trabajo decente que le permita a cada uno desarrollar su potencial.

El catedrático enunció dos dimensiones del trabajo, la adquisitiva y la expresiva, es decir, la necesidad de trabajar para obtener un poder adquisitivo que permita comprar las cosas necesarias para vivir, y aquello que tiene que ver con las exigencias de afirmación de la personalidad. Aclaró que la dimensión adquisitiva se refiere al trabajo justo, y la expresiva al trabajo decente. 

Esta noción fue introducida por primera vez por la Organización Internacional del Trabajo en el año 2000 en ocasión del Jubileo. “Un trabajo es decente cuando permite el florecimiento de la persona, cuando no ofende la dignidad y le permite a la persona desarrollar su potencialidad”, explicó Zamagni. En ese sentido, el economista expresó que “el gran desafío de hoy es cómo armonizar las dos dimensiones”.  

“Es posible obtener un trabajo justo, las luchas sindicales de los últimos siglos lo hicieron posible, pero en nuestra sociedad del mundo occidental, el papel del trabajo decente no está garantizado hoy en día. El gran desafío es cómo armonizar las dos dimensiones, y la pandemia es una ocasión para reflexionar sobre esto”, expresó el reconocido economista italiano en su charla titulada ¿Cómo potenciar el trabajo en la postpandemia?, organizada por la UNTREF y el Foro Ecuménico Social.

Tasa de empresarialidad

El asesor del Papa Francisco se refirió a tres medidas para mejorar la situación de la dimensión adquisitiva: “Aumentar la tasa de empresarialidad” que no tiene que ver solamente con una categoría de empresa que tenga como principal objetivo la maximización de las ganancias, sino que hay también otros tipos, como las empresas públicas, civiles y sociales que también producen un valor agregado. El economista puso el ejemplo de las Benefit corporations que se desarrollaron en los últimos 15 años en Estados Unidos. “En la Italia de la pandemia las empresas que garantizaron el trabajo fueron las civiles; las empresas privadas cerraron”, aseguró el catedrático de la Universidad de Bolonia.

Otra de las condiciones para fomentar el trabajo justo, de acuerdo a Zamagni, es repensar la educación. “El conocimiento tiene que estar ligado a la acción y la acción presupone el conocimiento. Tenemos que redefinir nuestros sistemas educativos para promover habilidades de competencia, particularmente en el tiempo de la revolución digital. Si queremos crear más empleo tenemos que modificar nuestras escuelas y universidades”, advirtió. 

Un tercer factor es transformar el sistema fiscal. “Hay que incentivar el trabajo productivo. Se pagan muchos más impuestos sobre el trabajo que sobre la renta financiera. Eso es inmoral”, opinó, y graficó con el caso de Italia, donde un trabajador tiene que pagar el 46 % de tasas al Estado contra el 15 % que paga la renta financiera. 

Taylorista por holocrático

Por otro lado, para poder incrementar el trabajo decente y su articulación con el trabajo justo, Zamagni planteó que se debe abandonar el modelo de organización taylorista, de estructura vertical, por un modelo de tipo holocrático. “Es un modelo horizontal y es el más apropiado para esta fase histórica, donde vivimos la cuarta revolución industrial en la que la potencia de una empresa depende de la creatividad y la capacidad para hacer innovación”, explicó, señalando que el motor de este nuevo enfoque son los jóvenes. 

“La experiencia no sirve para nada, porque está basada en el pasado. En un período de mutación radical como es el tiempo presente se necesita la capacidad de ser mentalmente flexible”, agregó, y dijo que este es el ejemplo que deben seguir las empresas para incorporar el trabajo decente. “Tenemos que organizar nuestras empresas de modo que cada uno pueda externalizar su conocimiento y su personalidad. Este no es un problema de ganancias, es un problema de decencia, es un problema moral y de florecimiento”, insistió.

Zamagni aclaró que pensar en este nuevo tipo de trabajo no es una utopía y que es totalmente realizable, y dijo que existen claras señales de eso, como el Recovery Fund de la Unión Europea que significó la desaparición de las políticas de austeridad, y el cambio de orientación en la Reserva Federal estadounidense, que puso como prioridad el pleno empleo frente a la estabilidad de la moneda. “Este es un giro copernicano”, enfatizó.

Por último, utilizó una metáfora para describir lo que considera el modelo de desarrollo democrático más apropiado a nuestras sociedades, en la que comparó una cadena con una cuerda. “En el modelo de la cadena, aunque parezca larga y sus eslabones fuertes, cuando un solo eslabón se corta, toda la fuerza desaparece. En la cuerda, si un hilo se rompe los otros hilos van a sostener. El modelo de la cuerda es el de una nueva perspectiva de desarrollo porque presupone que las personas que viven en un país, en una comunidad, son los hilos entrelazados entre sí”, ilustró.

Compartiendo la transmisión con el asesor del Papa estuvieron el rector de la UNTREF, Aníbal Jozami; el director de la carrera de Administración de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, Jorge Etkin; el decano de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad Católica de Córdoba, Marcelo Jaluf; la representante del Colegio Padre Luis Echeverry, Marcela Emperador; y el director del Foro Ecuménico Social, Fernando Flores Maio, que ofició de moderador del encuentro. 

Profundización de la grieta social

Jozami reflexionó sobre los efectos de la pandemia y remarcó que se ha convertido en un instrumento de profundización de la grieta social, de las desigualdades y de los prejuicios hacia los migrantes, además de haber reavivado los discursos meritocráticos.

“Hemos caído en la trampa de estas filosofías de pensar que todos somos iguales y llegamos de la misma manera al examen con el que se van a medir esos méritos. Cuando ese examen se le toma al hijo de una familia cuyos mayores no tienen trabajo hace tiempo y no está siendo alimentado como corresponde, no podemos dejar de pensar que sus posibilidades van a ser otras”, estimó. 

Coincidiendo con Zamagni, el rector de la UNTREF expresó que el problema del trabajo requiere la cooperación de los diferentes sectores de la sociedad. 

“Necesitamos un nuevo tipo de trabajo que no solo sea productivo desde el punto de vista de incorporar bienes a la sociedad, sino que construya comunidad y permita dar solución a los problemas que atraviesa en este momento el mundo con la pandemia y después. Hay que buscar la forma de trabajar en conjunto entre el Estado, las empresas privadas, los trabajadores y los diversos sectores de la educación”, reflexionó

Etkin también aludió a la importancia de que el Estado y las empresas colaboren entre sí. “Me parece fundamental en este momento redefinir la relación entre lo publico y lo privado en el campo de la obra publica, dándole prioridad al empleo por sobre un análisis estrictamente financiero”, sugirió.  

En tanto, Jaluf habló de las posibilidades que abren las tecnologías convergentes y la formación en ellas. “Cuando no podamos externalizar la creatividad en el marco de la empresa convencional, eso podría llevarnos a construir empresas de otro tipo, sociales, basándonos en la asociativización”, afirmó.