Aprender, enseñar y jugar con la música

Antonio Zimmerman es docente de las licenciaturas en Música y en Artes Electrónicas de la Universidad y uno de los creadores del videojuego que ganó el concurso UNTREF Emprende.

02-08-2018

“Tenía 11 años y estaba en la primaria cuando mis profesoras de música decidieron formar un coro para todos los alumnos del grado. La idea era armar una presentación y yo era muy malo cantando. Me echaron del coro y me dejaron sentadito en un rincón. Se ve que no lograron que le pegara a una nota, ni que hiciera algo positivo que le sume al coro, sino lo contrario, y me dejaron ahí, al costado de la clase de música”, así comenzaba Antonio Zimmerman, investigador del Espacio Interdisciplinario en Arte y Tecnología y uno de los ganadores de UNTREF Emprende, el pitching que llevaría a la aplicación Oír–Enseñándole música al mundo a la victoria. 

Esa podría haber sido una anécdota para romper el hielo, para hacer que la platea sonría o para mostrarse empático. Sin embargo, Zimmerman tenía un punto muy fuerte y es, posiblemente, el que fundamenta toda su investigación: “Una situación como la que conté era impensable en una clase de matemática, ya que si a un alumno se le pregunta cuánto es dos más dos y no contesta o responde mal, no lo mandás al patio a jugar, y en literatura tampoco. En las materias "serias", no se permite que un alumno termine la escolaridad sin esos conocimientos. En cambio, eso en música no pasa”.  

Esto quiere decir que no se hace hincapié en que los alumnos terminen la escuela con conocimientos musicales y si desean hacerlo, tienen que ir a buscar esa enseñanza por fuera del colegio. El especialista dio a conocer que en los últimos años aumentó el número de investigaciones académicas que enfatizan la importancia del aprendizaje musical porque, por un lado, conecta a los alumnos con sus emociones más que en otras materias, y por el otro, funciona como un megagimnasio para la mente. Es decir, al mover distintas áreas del cerebro, la música trae beneficios neurocognitivos para quien la escucha. 

Un tropezón no es caída 

Luego de su desafortunado episodio con las maestras de la escuela, Zimmerman empezó clases de piano: “Por suerte empecé a tomar clases de piano un año después y con bastante esfuerzo, comencé a afinar y a poder tocar las notas bien”. Incluso, una vez llegó a cantar en un coro y a presentarse en el Teatro Colón con el Réquiem Alemán de Johannes Brahms, una obra compleja con orquesta, coro y solistas.

Oír, un videojuego que enseña 

El investigador recordó que el emprendimiento empezó como un proyecto muy chico, donde lo que él trataba de hacer era una aplicación que funcionara en su celular y se le ocurrió recrear el juego infantil Simon. Explicó que hay un lenguaje de programación gratuito orientado a la música que se llama pure data y se puede descargar para empezar a “jugar con el código”.

La dinámica del juego es muy similar a la del viejo Simon de los ‘80, un plato negro con cuatro teclas de cuatro colores distintos, que era un juego de memoria donde se enciende una de las cuatro puntas y suena una nota y el jugador tiene que repetirlo hasta que se arma la secuencia. Sin embargo, el creador dice que hay unas cuantas diferencias: una de ellas es que en Oír hay acompañamiento musical y la detección rítmica es importante. Es decir, no solamente hay que acertarle a la tecla correcta, también hay que acertar en el ritmo indicado.  Se trata de un juego pedagógico, el propósito es que uno pueda practicar tanto la precisión y la memoria musical y que aprenda a tocar una melodía con distintas velocidades (porque el tiempo se va incrementando cuando el jugador acierta y baja cuando se equivoca). “La idea es que el jugador se divierta la pase bien y, mientras tanto, aprenda un poquito”, destacó Zimmerman.

Si querés descargar el juego, podés hacerlo entrando a este link. También podés escuchar la entrevista completa a Antonio Zimmerman en Estación UNTREF: