Los inventarios como una verdad posible sobre el pasado

Especialistas de distintas universidades reflexionaron sobre los inventarios como documentos que permiten reconstruir parte de la historia material iberoamericana entre los siglos XIV y XIX. El evento se realizó en formato online.

16-05-2025

Desde parroquias coloniales hasta relatos de viajeros decimonónicos, los inventarios revelan tanto lo que hubo como lo que alguna vez se quiso conservar. Investigadores e investigadoras, reunidos por el Centro Materia-UNTREFabordaron este tipo de registros como una herramienta que permite reconstruir parte del pasado, entendiendo que ofrecen una verdad posible –pero no definitiva- sobre los mundos materiales del ayer.

Lejos de ser neutrales, tanto los escritos como las imágenes que componen estos inventarios están atravesados por decisiones subjetivas, intereses y estrategias de representación que los vuelven tan reveladores como incompletos. Con el objetivo de pensar estos documentos como fuente, como género y como textura de acumulación, se realizó el encuentro Constelaciones materiales: los inventarios en la cultura visual iberoamericana. La propuesta surgió del trabajo colectivo detrás de un dosier publicado en la revista Atenea en el que distintos especialistas analizaron las potencialidades y límites de este tipo de registros. La conversación puso el foco en dos ejes: las agencias, es decir, el rol de los sujetos que escriben o intervienen en los inventarios, y la recuperación de una cultura material efímera que hoy ya no existe, como los textiles, las láminas pintadas o ciertos objetos de uso cotidiano.

Desde el Centro Materia UNTREF, Agustina Rodríguez Romero puso el foco en los inventarios que los obispos dejaban al morir, donde se detallaban sus pertenencias y colecciones. Además del protagonismo episcopal, rescató la figura de los tasadores, fiscales y pintores involucrados en el proceso e invitó a leer estos documentos como "opacos", prestando atención a las manos implicadas y a las huellas que quedan entre líneas.

También de UNTREF, Madelaine Benítez Daporta compartió su investigación sobre las llamadas "láminas pintadas" o pinturas sobre metal del Virreinato del Perú que formaban parte del patrimonio jesuita. En su exposición destacó la intención de estos registros de marcar la procedencia geográfica de los objetos y mostrar el conocimiento jesuita sobre la cultura material expuesta en sus iglesias.

Camila Mardones Bravo, por su parte, investigadora de la Universidad Bernardo O’Higgins y del Centro de Estudios Históricos de Hamburgo, presentó un estudio microhistórico sobre la parroquia de Andamarca en Bolivia. A partir del análisis de libros de fábrica e inventarios económicos de los siglos XVIII y XIX, pudo reconstruir la figura de los sacristanes y cantores como sujetos históricos con escasa huella documental. También identificó variaciones en los precios, interrupciones en la circulación de productos durante la guerra de la independencia y tensiones entre curas y sacristanes por piezas faltantes. Esto deja ver tanto las estrategias de autorrepresentación ante las autoridades como la fragilidad de los objetos a lo largo del tiempo.

Desde otra perspectiva, Inés de Mendonça, docente de la UBA, abordó los relatos de viajes y propuso una mirada en la que el inventario funciona como una forma de dar vida a lo que se nombra. "Lo que se anota es lo que queda en el recuerdo, lo que no se inscribe se pierde", señaló. Así, inventariar implica decidir qué será atesorado, armar una memoria perdurable y, también, fijar un recorte del mundo.

Asimismo, Esteban Herrera (CONICET-UBA) analizó las visitas pastorales como momentos clave de inspección tanto de personas como de objetos. A través de las actas, observó cómo algunos inventarios priorizaban registrar lo que debía corregirse o lo que reflejaba la autoridad del visitante más que la realidad observada. En ese sentido, problematizó la pretendida objetividad del inventario, subrayando su carácter construido y condicionado por las motivaciones de quien lo redacta.

Por último, Josefina Schenke de la Universidad Adolfo Ibáñez abordó el caso de los textiles en el interior de las iglesias del siglo XIX, un rubro históricamente subvalorado. Señaló que, aunque los inventarios permiten rastrear qué objetos había o hay, no deben tomarse como verdades absolutas, ya que reflejan omisiones, jerarquías y decisiones de quienes los elaboraron.

El encuentro dejó en evidencia que los inventarios, más allá de su aparente frialdad clasificatoria, son también narraciones sobre el mundo material. Narraciones atravesadas por intenciones, silencios y elecciones que permiten reconstruir - aunque nunca del todo- cómo fueron los gustos, los hábitos de consumo y los espacios del pasado.

La actividad se transmitió por el Canal de YouTube de la UNTREF. Los interesados en conocer más sobre el mismo pueden ingresar al siguiente enlace.