Ágnes Heller Doctora Honoris Causa de la UNTREF

La filósofa húngara luego de dar una serie de conferencias sobre la obra de György Lukács, los derechos humanos y el antisemitismo, fue distinguida por la Universidad con la Laudatio de Tomás Abraham.

23-10-2017

La pensadora Ágnes Heller recibió ayer a las 19 horas, en la Sede Rectorado Centro, el Doctorado Honoris Causa de la UNTREF. En el marco de esta distinción, que contó con la presencia del rector Aníbal Jozami y la laudatio de Tomás Abraham, la invitada de honor pronunció su última conferencia, titulada Cosmopolitanismo como filosofía, refugio y destino.

Previamente, Heller brindó tres charlas abiertas en la Universidad donde puso de manifiesto su lucidez y su compromiso político. Con una larga trayectoria en el mundo académico, la filosofa marxista referente de la Escuela de Budapest se abocó al tema de la estigmatización y persecución del pueblo judío.

“El resentimiento contra la comunidad judía es tan viejo como la historia judía, y muestra una continuidad”

Así, explicó que en la Antigüedad Clásica los judíos eran rechazados por motivos religiosos, al no adorar a los mismos dioses que los griegos y los romanos: “en ese momento surge una judeofobia, que incluía acusaciones y libelos, como la leyenda de que los judíos mataban a jóvenes griegos para beber su sangre y comer su carne”

Con el advenimiento del cristianismo, aparece el antijudaísmo. “Un fundamento clave de esta actitud es que los judíos mataron a Cristo”, señaló.

Ya en la Modernidad, muchos judíos se asimilaron a las sociedades en las que vivían. “Su religión, procedencia y cultura quedaron relegadas, y su identidad se volvió contingente”, remarcó la pensadora. Es en ese contexto en el que cambiaron radicalmente los argumentos contra este pueblo: si antes se enfatizaba la diferencia religiosa, ahora lo que se ponía de relieve era el exceso de integración. “Se criticaba a los judíos tener las mejores calificaciones en las universidades, los mejores empleos, habitar el mismo barrio”. Según Heller, en ese momento histórico la discriminación hacia los judíos dejó de ser por motivos religiosos y pasó a tener una justificación racial, dando lugar al antisemitismo.

“El Holocausto mostró que ni la integración ni la asimilación eran opciones válidas, y la consecuencia fue el sionismo, la idea de que los judíos tienen que tener su propia nación”, expresó la filósofa y agregó que lejos de poner fin al antisemitismo, esto “creó un nuevo odio, el odio hacia el Estado de Israel”.

En sintonía con la cuestión judía, Heller también realizó una presentación sobre el progreso y los derechos humanos.

“El reconocimiento de los derechos humanos es una precondición para la supervivencia de la Modernidad”

Según explicó, la libertad de todas las personas es una declaración fundacional, incluso para los gobiernos dictatoriales, pero en la realidad política del mundo “esos derechos no son tomados en cuenta, no todos nacen libres”.

También destacó que el concepto sufrió modificaciones, teniendo como punto de inflexión la Segunda Guerra Mundial. “Después del conflicto, se empezaron a plantear dudas acerca de la evolución humana”. Desde entonces, la idea de derechos humanos dejó de estar relacionada con la perfectibilidad y comenzó a asociarse con la moral y la política. “Donde no hay derechos del ciudadano, no es posible hablar de derechos humanos”, evaluó.

Además, Heller dedicó algunas palabras al legado de György Lukács, el filósofo marxista y crítico literario húngaro que fuera su maestro. Para ella, Lukács es una figura que da cuenta de un modo particular de hacer filosofía. “En su producción se manifiesta su propio tiempo, que fue un tiempo difícil, de guerras que desgarraron a la humanidad. Su obra es una biografía personal y de la época”, indicó la pensadora.

Heller aseguró que para Lukács la Primera Guerra Mundial había sido el Pecado Original de Europa, y que ese orden decadente debía ser reemplazado por un nuevo mundo. “Él encontró que ese nuevo mundo estaba representado en las novelas de Dostoievsky”, dijo. Como puntualizó, para Lukács “Marx era un profeta, la corporización de la verdad absoluta”, y por eso consideraba que la redención estaba en la experiencia soviética. “No se afilió al comunismo por una necesidad política, sino que su involucramiento fue una elección existencial”, dijo. Pero Heller también dio cuenta de las contradicciones que lo asaltaban, al haber sido objeto de ataques por parte del mismo partido. “A Lukács le gustaba que sus estudiante tuvieran una afinidad con él desde el punto de vista filosófico y no político. Su vida representa una lección para las generaciones por venir”, concluyó.