En la región el 73 % de las tareas de cuidado no remuneradas las hacen las mujeres

Pese al avance de los feminismos, la distribución de este trabajo en los hogares latinoamericanos sigue siendo muy inequitativa. Especialistas de Argentina y España debatieron sobre la crisis de los cuidados en el contexto de la pandemia.

05-08-2021

El cuidado en América Latina sigue siendo mayoritariamente femenino. En estas latitudes, las mujeres contribuyen con el 73 % del trabajo no remunerado y los hombres con el 27 % restante, porcentajes que cambian mucho de acuerdo al país y la región. Por ejemplo, si se toma como referencia Suecia, la contribución de los varones aumenta al 45 %, mientras que en Estados Unidos llega a un 38 % y en China a un 39 %. Los datos fueron aportados por la secretaria ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Karina Batthyány, para quien “la división sexual del trabajo en términos de cuidado es muy marcada en nuestra región”.

De acuerdo a Batthyány, si bien la pandemia les dio visibilidad a la importancia que tienen las tareas de cuidado en nuestras sociedades lo cierto es que desde los gobiernos no se les ha dado el lugar que merecen. “El cuidado no ha sido centro de las preocupaciones de nuestros Estados latinoamericanos, por supuesto que hay reacciones diferenciales, pero en un año y medio de pandemia no ha estado de manera prioritaria”, consideró la experta, agregando que eso ha traído una serie de complicaciones.  

Como indicó, la medida estrella en nuestros países fue el aislamiento, trasladando así el cuidado a los recursos disponibles en el hogar. “En muchos casos esos recursos son inexistentes, a eso hay que sumarle el cierre de los establecimientos educativos y los centros de cuidado infantil, que pasó toda la tarea educativa también a los hogares, a cargo principalmente de las mujeres. Esto profundizó la división sexual del trabajo cuando podrían haberse dado cambios en la situación de esa división”, continuó.

Batthyány explicó que ese cuadro se debe sumar otra dimensión: la del teletrabajo. “Hubo un efecto que se ve en el caso de Uruguay, que fue esta especie de romantización de la situación del teletrabajo, de poder estar todos en casa juntos y felices, cuando sabemos que eso quizás pueda existir en algunos pocos casos”, indicó en el encuentro virtual organizado por el Centro de Estudios e Investigación en Políticas Sociales Urbanas (CEIPSU) de la UNTREF, la Red Interuniversitaria de Posgrados en Políticas Sociales (RIPPSO) y CLACSO.

Para la especialista, la coexistencia del teletrabajo con las tareas de cuidado y domésticas fue un cóctel explosivo. “Generó estrés, desbordes, problemas de salud mental, particularmente en hogares con hijos e hijas pequeñas”, ilustró.

Aportando a la discusión, la subsecretaria de Políticas de Igualdad del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, Pilar Escalante, también dio algunas cifras para el caso del Gran Buenos Aires. Según los últimos sondeos del INDEC, en 7 de cada 10 hogares bonaerenses la dedicación principal en las tareas de cuidado y apoyo escolar corrió por cuenta de mujeres. “Esto además genera un corrimiento de esas mujeres del mercado laboral, profundizando las desigualdades y la feminización de la pobreza”, argumentó.

En ese sentido, Escalante se refirió a algunas de las medidas que adoptaron desde su cartera, como la campaña pública Cuarentena con derechos que buscó reforzar la redistribución intrafamiliar de los cuidados, y otras más generales como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el otorgamiento de licencias con goce de haberes para las trabajadoras domésticas.

Precisamente en sobre cómo impactó la emergencia sanitaria en quienes hacen tareas de cuidado remuneradas ahondó la investigadora de la Universidad Nacional de San Martín, Eleonor Faur.

“La pregunta que surge es quién sostiene a aquellas personas que cuidan, qué ha pasado a lo largo de la pandemia con estas trabajadoras de los sectores populares”, subrayó.

Así, Faur se enfocó especialmente en el sector de las trabajadoras de casas particulares, que según ella padece una informalidad crónica. “A pesar de tener leyes que protegen los derechos laborales y sociales de estas trabajadoras, el 77 % de ellas se encuentran totalmente desprotegidas y trabajan en negro, no están inscriptas si quiera en la AFIP, no tienen jubilación, obra social ni ninguno de los derechos asociados a un empleo formal”, graficó.

La académica puntualizó que ese sector fue el más afectado por la crisis y que no pudo experimentar ningún repunte en 2021. “Fue donde más pérdida de empleos hubo en todos los sectores de la economía. La crisis para estas trabajadoras fue demoledora”, aseguró, acotando que se perdieron 430 mil empleos sobre un total de 1.400.000 previos a la pandemia.

“Lo que hubo en este sector fue una fuerte incertidumbre, porque no sabían si se iba a cumplir con las licencias o no, si se iban a reintegrar una vez que se volviera a cierta circulación de trabajadores. Además de una enorme vulnerabilidad, que tiene todo que ver con la discrecionalidad del vínculo y la precariedad que tienen estas trabajadoras históricamente”, completó. 

Finalmente, la investigadora de la Universidad Rovira i Virgili (España), Dolors Comas d'Argemir, describió cómo se viene desarrollando esta crisis de los cuidados en su país. “La gran crisis de los cuidados se produce con el cuidado de las personas mayores, porque hay una combinación de factores demográficos y sociales”, subrayó. 

En cuanto a los factores demográficos, expresó que se ha incrementado la longevidad y que al mismo tiempo hay una muy baja natalidad, pero sobre todo se detuvo en los cambios sociales. “Hoy las familias son más reducidas, las mujeres están prácticamente todas en el mercado laboral, ya no hay la disponibilidad que había antaño”, dijo.

Para la antropóloga española, el Estado solo asumió la parte sanitaria de la pandemia y atribuyó a los hogares el resto de la lucha. “El confinamiento obligó a quedarse en casa y esto representó una sobrecarga para las familias. Ha exigido a las personas, sobre todo a las mujeres, a un esfuerzo extraordinario”, destacó.

Asimismo, habló de cómo la irrupción de la covid-19 se ensañó especialmente con las residencias. Como detalló, hacia agosto de 2020 el 70 % de los fallecidos por el virus eran personas mayores alojadas en esos lugares. “Todos los esfuerzos se centraron en el sector sanitario y sobre todo en hospitales, mientras que las residencias de personas mayores, que son un equipamiento de carácter social, fueron olvidadas”, evaluó, añadiendo que cuando el virus entró ya era tarde. “Las personas que trabajaban ahí lo hacían sin protección y se contagiaron. Se vivieron situaciones dramáticas porque hubo un momento en el que la plantilla se había reducido a más de la mitad”, relató.

Para Comas d'Argemir el coronavirus puso sobre la mesa lo fundamentales que son todos los trabajos de cuidados, sean remunerados o no. “La  restitución de la centralidad social que ha sido negada a los cuidados es hoy más que nunca necesaria y urgente. Cuidar es la nueva revolución y lo será si conseguimos situar la vida en el centro”, concluyó.