Martín La Rosa. El tiempo y lo visible
Del 22 de marzo al 14 de junio

 

“En el reino de lo visible, todas las épocas coexisten fraternalmente, 

aunque estén separadas por siglos o milenios”. 

John Berger

Entre los artistas existe un supuesto que afirma que cuando un retrato carece de vida o se percibe como inauténtico se debe a que el pintor no tuvo el coraje de acercarse lo suficiente para entablar una colaboración con el o la modelo de su obra. Pero, ¿qué ocurre cuando, en lugar de trabajar con un modelo vivo, el artista parte de un retrato de Rembrandt, Vermeer o Leonardo?

Como lector voraz que subraya fragmentos del texto para luego citarlos en su escrito, Martín La Rosa se apropia de algunas de las obras maestras del arte occidental y, en cada gesto de apropiación, entabla un diálogo paciente y atemporal con sus colegas artistas.  En esa conversación, rodeada de silencio y de misterio, La Rosa explota al máximo su receptividad, es decir, su capacidad de escucha visual. Con cada pincelada intenta transmitir las enormes e infinitas sensaciones vividas ante esas pinturas y, a través de intervenciones y alteraciones sobre los motivos originales, aspira a terminar de descubrirlas para hacerlas propias. 

Para John Berger, la pintura es, ante todo, una afirmación de lo visible que nos rodea y que está continuamente apareciendo y desapareciendo. Según él, posiblemente, sin el riesgo de la desaparición no existiría el impulso de pintar, porque lo visible poseería la seguridad (la permanencia) que la pintura lucha por encontrar. Quizás, cuando La Rosa interviene las obras de sus admirados colegas con agua, fuego, tierra y aire, conjure un gesto que afirma que el arte, el de ahora, el de antes y el de siempre es tan indispensable para nuestra existencia como los elementos de la naturaleza.

Florencia Battiti