Fluctuaciones macroeconómicas: una costumbre nacional
El investigador y economista Daniel Heymann habló de los principales rasgos de nuestra economía y de sus perturbaciones crónicas durante el último de los 12 encuentros del Seminario de Historia del Pensamiento Económico Argentino.
27-08-2021
La economía argentina se caracteriza por las perturbaciones y las fallas de coordinación, lo que plantea enormes dificultades para definir programas a largo plazo, según opinión del economista e investigador Daniel Heymann. El excoordinador del Área de Análisis Macroeconómico de la Oficina de la CEPAL en Buenos Aires fue el invitado a disertar en el último de los 12 encuentros del Seminario Historia del Pensamiento Económico Argentino organizado por el Centro de Investigación y Docencia en Economía para el Desarrollo (CIDED) de la UNTREF y el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Universidad de Buenos Aires y el CONICET .
Heymann, que también se desempeña como profesor titular de la UBA, aseguró que “todo argentino está preocupado por las fluctuaciones macroeconómicas” y sugirió que para poder entender esa mentalidad basta con echar una mirada a los rasgos principales de nuestra economía. “Tenemos una gran volatilidad, no solo del producto y del nivel de actividad, sino de la tendencia del nivel de actividad”, comentó.
Para reforzar su argumento, mostró un gráfico de la tasa de crecimiento de la economía argentina en fase cíclica desde 1900 hasta 2017, donde se podían apreciar grandes fluctuaciones entre plazos de 10 a 25 años. Por ejemplo, a principios del siglo XX la tasa de crecimiento per cápita era de 2,5 %; entre 1929 y 1944, con la Gran Depresión, de 0,6 %; y luego dos períodos a los que Heymann llamó “las dos décadas pérdidas”, el primero de 1974 a 1987, con -0,8 %, y el segundo de 2011 a 2017, con -0,7 %.
“Es una economía que no tiene una tendencia de crecimiento instalada sino que su promedio de crecimiento ha sido variable a lo largo del tiempo, y las transiciones que llevan a este par de casos de apertura de una década perdida están preanunciadas o derivadas de una crisis”, acotó.
Otro de los rasgos que destacó es el carácter no normal del tipo de cambio, para lo cual tomó datos de 1958 a 2020. En su presentación, Heymann mostró la bimolidad entre valores muy distintos: el mínimo correspondiente a la época de la tablita cambiaria, cuando José Martínez de Hoz era ministro, hasta la hiperinflación de 1989 y la salida de la convertibilidad.
“No hemos encontrado un punto medio para el tipo de cambio real y nos ha costado mucho sostener una tendencia proyectable, sostenible. En esta economía es muy difícil programar a largo plazo, desde el punto de vista de la evolución del producto y debo decir de la evolución de la inflación”.
Precisamente, sobre la inflación señaló que es uno de los males crónicos que tiene el país. “No se observa que haya una proporcionalidad entre variación de la oferta monetaria y variación de los precios, los precios tienen su propia dinámica”, evaluó sobre el fenómeno.
Así, profundizó en la causa de la suba de precios. “En economías como la nuestra, los precios están determinados por decisión de los vendedores, no es una cuestión de monopolio per se. La forma en la cual se organizan los mercados en la economía argentina es tal que los fijadores de precios son gente de carne y hueso que adopta decisiones en función de los que le pasa en el mercado de bienes, cuando venden, cuando compran insumos u horas de trabajo”, explicó. Para Heymann, es innegable que el determinante inmediato de los precios en Argentina son las decisiones de ciertos agentes económicos y que los precios están supeditados a los costos.
Por otro lado, dedicó un tramo a las exportaciones de recursos naturales. Como informó, hacia 2018 Argentina exportaba alrededor de 1000 dólares per cápita, mientras que Australia estaba en torno a los 6500 dólares y Chile llegaba a los 3600 dólares. “Si bien nuestra dotación de recursos naturales es extremadamente importante y la productividad de nuestro sector exportable pampeano es un valor que tiene la economía argentina que debe ser potenciado, esto no parece alcanzar para definir una base exportable y sostener un nivel de ingresos y de salarios más o menos compatible con las aspiraciones sociales”, describió.
En ese sentido, Heymann reflexionó sobre cuál puede llegar a ser la salida productiva para el país. “No creo que vaya a ser a través de un pequeño conjunto de actividades sino que habría que encontrar una especie de mosaico productivo que nos genere el financiamiento en divisas que la economía requiere para sostener un gasto interno y un nivel de empleo suficientemente alto”, afirmó
Asimismo, dijo que la generación de cambio tecnológica y la difusión de mejoras de productividad es otro de los requisitos que Argentina va a tener que satisfacer. El experto se preguntó qué lugar en el mundo multipolar podría ocupar la economía argentina, como todo país de la periferia. “Tenemos que tratar de descifrar qué vamos a hacer en un mundo que ha sido golpeado por una pandemia sorpresiva y que tal vez va a ser golpeado por shocks de tipo similar en el futuro, en un mundo que enfrenta problemas de reconversión climática que exigen cambios reales importantes. El tipo de desafío cognitivo que tenemos hacia adelante es muy serio”, concluyó.
En este ciclo del Seminario de Historia del Pensamiento Económico Argentino expusieron los economistas Roberto Frenkel, Roberto Bisang, Luis Blaum, Saúl Keifman, Oscar Cetrángolo, Luis A. Beccaria y Omar Chisari.