El documental como herramienta para la búsqueda de memoria, verdad y justicia
Los especialistas Ana Fraile y Lior Zylberman debatieron sobre el vínculo entre el cine y los derechos humanos, a la vez que destacaron el rol de las producciones audiovisuales como espacio de justicia simbólica.
23-03-2022
La directora y productora audiovisual Ana Fraile y el doctor en Ciencias Sociales e investigador del Centro de Estudios sobre Genocidio (CEG) Lior Zylberman coincidieron: el documental en sociedades en las que impera la impunidad se constituye como un instrumento que quiebra el silencio de las víctimas y le quita el velo a las injusticias sociales.
El diálogo entre los especialistas se dio en el marco del ciclo Mirada sobre lo Real, organizado por el Laboratorio Audiovisual de Investigación y Experimentación (LAIE), la Maestría en Periodismo Documental y el Centro de Estudios sobre el Genocidio (CEG). Bajo el título El documental y su lugar en la reparación de violaciones a los Derechos Humanos, el evento se transmitió vía streaming por el canal de YouTube de la UNTREF. Se abordaron temas como el lugar de la justicia, el rol del archivo y el testimonio y la relación del documental con la víctima y el perpetrador, entre otros aspectos.
“El documental tiene fuertes vínculos con la lucha por el respeto de los derechos humanos”, manifestó Ana Fraile. Además destacó que “lamentablemente en nuestras sociedades existieron y existen casos de desaparición forzada aún en períodos democráticos”.
La productora audiovisual dio cuenta de un proyecto personal a través del cual documentó la desaparición de Luciano Arruga, detenido por la policía bonaerense el 31/1/2009 y cuyo cuerpo sin vida y enterrado como “NN” apareció el 17/10/2014. Para Fraile, el documental es una herramienta necesaria para darles voz a los familiares de las víctimas, reflejar sus luchas y poner de manifiesto temas que de otra manera hubiesen quedado ocultos para la sociedad.
“Se trata de un formato audiovisual que rearma y reconstruye la lucha de los familiares y el empuje y la persistencia de los colectivos que exigen justicia al Estado”, dijo la especialista. También consideró que el documental aporta evidencia y refleja la represión que sufren ciertos sectores y organizaciones.
Por su parte, Zylberman enumeró las funciones del documental, al que definió como “una forma de activismo en derechos humanos”. En su disertación, el investigador del CEG explicó que una característica fundamental del documental es ser testigo de su propio tiempo; además puede consolidarse en“un material que puede ser utilizado como evidencia para denunciar en futuros juicios”.
Zylberman hizo un recorrido histórico desde el nacimiento del documental hasta la actualidad, explicando sus roles en escenarios bélicos –como la Primera y la Segunda Guerra Mundial- y su utilización por parte de autoridades gubernamentales y militares. También dijo que “entre sus funciones se encuentra la de exigir al espectador una toma de conciencia y que adopte una posición ante un tema de interés general”.
“El documental se vuelve un espacio de justicia simbólico y digo simbólico porque no otorga la justicia real ni condena a quienes atentan contra los derechos humanos. Esa es una función que debe cumplir el Estado. Pero lo que el Estado no puede hacer o mostrar lo muestra la película”, indicó el doctor en Ciencias Sociales. También detalló la existencia de un cambio de paradigma en las realizaciones audiovisuales actuales que consiste en darle voz ya no únicamente a las víctimas sino, también, a los victimarios.
Asimismo, Zylberman explicó que este rol como herramienta de justicia sucede principalmente en sociedades en las que la impunidad es moneda corriente, como en América Latina, y que no se replica en países con sistemas de justicia más eficientes.
La directora adjunta de la Maestría en Periodismo Documental Julieta Casini, que ofició como moderadora del encuentro, se preguntó cómo incluir a las víctimas en la realización de los documentales y dejó abierto el interrogante sobre qué ocurre con la mirada crítica de los realizadores. “Más allá del éxito de un documental y de su importancia para develar un tema oculto, vale preguntarnos qué sucede con las víctimas una vez que se termina el rodaje de la película”, indicó.
Finalizando el evento, Casini y Zylberman reflexionaron sobre este aspecto y dialogaron sobre la ética del documental en su cruce con la ética del realizador, algo que en la consideración de ambos debe estar presente en toda producción. “Este tipo de encuentros nos permite llegar también a estas conclusiones, dejar abiertos algunos interrogantes y visualizar –como lo hicimos hoy- este nexo entre el campo profesional y el académico”, concluyó la directora de la Maestría.