Argentina se convirtió en un polo de emigración
El país que recibió a distintos grupos migratorios a lo largo de su historia es hoy uno de los de mayor emigración en la región. Muchos de los que se van son profesionales altamente calificados.
27-11-2017
Cerca de un millón de argentinos viven actualmente en el extranjero. Distribuidos entre los países limítrofes, Estados Unidos y Europa (fundamentalmente España), representan entre un 2 y un 3% de la población nativa. La situación es bastante similar en lugares como Costa Rica, Perú, Brasil y Venezuela, y de acuerdo al pronóstico del director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo (IPMA-UNTREF), Lelio Mármora, es una tendencia que se viene consolidando en toda Latinoamérica. “El narcisismo inmigratorio que teníamos se terminó”, señaló.
Para él, esto hizo que en las últimas décadas se adoptara el concepto de ciudadanía ampliada, que plantea el reconocimiento de derechos y deberes de los nacionales que residen afuera. “Hay demandas cada vez mayores de los que emigran y los gobiernos han tenido que adaptarse a esa situación”, aseguró Mármora en el marco de la Jornada sobre políticas públicas para argentinos residentes en el exterior, realizada en la Sede Rectorado Centro y organizada por el IPMA y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
“Todos recuerdan la dolorosa imagen de las colas en las embajadas de los países europeos a principios de los 2000. Ese fue el punto de inflexión”, dijo por su parte el director regional de la OIM, Diego Beltrand.
En el contexto de esa crisis, los gobiernos latinoamericanos comenzaron a idear mecanismos institucionales para atender las necesidades de quienes partían en busca de un futuro mejor. Canalizadas a través de asociaciones de argentinos en el exterior, entre esas reivindicaciones destacan la nacionalidad argentina por opción de los hijos de los emigrados, la validación en Argentina de títulos académicos obtenidos en otros países y la participación en las elecciones nacionales.
“Las leyes que fueron estableciendo nuestros países refuerzan nuestras democracias y no solo les permiten a los nacionales en el exterior votar en los consulados sino también postularse como parlamentarios, como ocurre en Ecuador y Colombia. La única excepción es Uruguay, que por un referéndum popular no otorga esos derechos”, explicó Beltrand. En el caso de los argentinos, hoy el número de los que pueden votar fuera del país asciende a los 362 mil.
Otro aspecto que se trató en el encuentro fue el de los aportes de estos emigrados a sus países de origen, no solo a partir de remesas económicas e inversiones sino también en términos de conocimiento y habilidades laborales.
“Este tema está en la agenda 2030 de la ONU, donde se reconoce que las migraciones favorecen el crecimiento inclusivo y el desarrollo sostenible”, agregó Mariana Beherán, de OIM Argentina.
En el mismo sentido, Nora Vichich, del IPMA, indicó la importancia que tiene para nuestro país el Programa Raíces, orientado al retorno de recursos humanos altamente calificados. “Logró la repatriación de 1300 científicos y tecnólogos. Todos ellos conformaron una masa crítica que contribuyó al reparto equitativo de los bienes sociales y culturales”, enfatizó.
Diego Carámbula, también del IPMA, aportó algunos números sobre este tipo de migrantes en Estados Unidos, uno de los destinos más atractivos de los que emprenden el éxodo. Según él, existen 181 mil argentinos viviendo allí, de los cuales 61 mil tienen por lo menos un nivel de licenciatura. Dentro de esta última población, 30 mil son científicos e ingenieros.
“Si uno compara con países como México, que tiene solo un 6% de emigrantes calificados viviendo en Estados Unidos, la emigración de argentinos tiene un alto grado de selectividad, y se ubica en el orden del 38%”, aseguró el investigador.
Esto se explica por ciertas dinámicas de los países de origen. En Argentina, solo el 12% estudia carreras vinculadas a la ciencia y la tecnología. Hoy, por ejemplo, hay 5 mil puestos vacantes para el área de informática. Por más que la educación universitaria argentina tenga un estatus elevado, no ocurre lo mismo con el mercado de trabajo.
“En una encuesta realizada a informáticos que se desempeñan en el mercado local, muchos manifestaron que hacen tareas rutinarias. Quieren estar a la vanguardia, innovar, trabajar en Apple”, remarcó Carámbula.
Dentro de ese sondeo, es llamativo que entre los estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional, el 60% haya declarado que una vez obtenido su título emigrarían para trabajar fuera.
“Es fundamental atender al tema de la emigración calificada en Argentina, porque desde 2001 viene en aumento. Actualmente estamos dentro del top 30 de países con emigrados de alta calificación, según datos de la OCDE”, prosiguió el experto.
Además, un programa como Raíces comporta un dilema ético. Si bien se ha avanzado en las políticas de vinculación dirigidas a todos los nacionales en el extranjero, los programas de retorno no dejan de ser discriminatorios. “Todavía faltan acciones destinadas al segmento de menor calificación. Incluirlos en estas políticas es una deuda social que tenemos”, concluyó Vichich.