A lo largo del siglo XX las múltiples formas del viaje han sido motor privilegiado de producción en todos los lenguajes artísticos. Partiendo de inquietudes de formación estética “necesaria” en el extranjero, o bien signados por la política, la curiosidad, el afán de aventura, o también enmarcados en las urgencias del exilio, los artistas en tránsito han hecho de la ajenidad cultural, del contraste entre lo propio y lo otro, causa y efecto, premisa y resultado. Del esperado viaje a París, meca de las artes y la cultura, a la migración desde Bolivia hacia Buenos Aires como metrópolis artística; del viaje a la China revolucionaria -que en verdad determina el encuentro con el Oriente milenario-, al viaje a Nueva York que impulsa, paradójicamente, un reencuentro con las culturas andinas; de la experiencia traumática del exilio y el camino de retorno a un país que ahora resulta ajeno, al viaje expresamente programado como forma contestataria del turismo y su apresurada deglución de las culturas ajenas, una geografía múltiple que abarca Pekín y Marruecos, Barcelona y Nepal, Cochabamba y Berlín, dibuja un mapa donde se juegan, una y otra vez, las nociones de alteridad e identidad. Como es propio de todo acto de viaje, estos recorridos artísticos dislocan no solo el espacio sino la temporalidad. Se sumergen en alguna forma del pasado prestigioso u originario, tanto como buscan un salto hacia el porvenir: temporalidades múltiples y anacronismos que son el signo de nuestro tiempo.
Editado por la Galería Arte x Arte y la Universidad Nacional de Tres de Febrero.