• Presentación

    Difundir a los maestros de nuestro país, y ofrecer a los grandes artistas del panorama internacional la posibilidad de ser apreciados en la vasta Área Metropolitana de Buenos Aires, es una de las metas que guían el accionar de nuestro museo.

    Annemarie Heinrich está entre los artistas más singulares de la modernidad argentina: por su vocación fotográfica, que aúna el rescate de la realidad junto con los ingredientes que aportan las corrientes artísticas europeas, su trabajo se distingue con fuerte identidad.

    Un museo universitario cumple su rol cuando sus exposiciones son fruto de investigaciones que permiten recrear el sentido de la obra de un artista, mostrar sus aspectos inéditos y situar al artista en una trama amplia tanto nacional como internacional. Esta es la tarea que viene realizando Diana B. Wechsler al estudiar y profundizar en los archivos de Annemarie.

    Esta exposición ofrece unavance de los resultados de un trabajo que continúa, en el que se suman, a los esfuerzos de nuestra universidad, Alicia y Ricardo Sanguinetti, herederos de Annemarie Heinrich, a través de un convenio de colaboración. Esto implica integrar la catalogación y digitalización de este archivo al sistema de Archivos del IIAC-UNTREF dentro del programa Red de archivos que llevamos adelante y que hoy cuenta, además, con el apoyo del programa Endangered Archives de la British Library de Londres.

    Mis felicitaciones a los colaboradores del MUNTREF, que una vez más hacen posible muestras del más alto nivel internacional, y el más sincero de los agradecimientos a Alicia y Ricardo Sanguinetti por la seriedad y generosidad que demuestran en el cuidado y preservación del patrimonio artístico de esta gran creadora.

    Aníbal Y. Jozami
    DIRECTOR MUNTREF

  • Sobre la muestra

    “Ya no sabemos existir sin imaginarnos en una foto” (Amelia Jones, 2006). Esta afirmación se confirma en nuestra experiencia cotidiana. Hoy día, cualquiera de nosotros puede tomar o tomarse una foto con el teléfono celular, objeto que es casi una extensión de nuestra mano. Este acceso facilitado y masivo que nos permite retener el mundo y construir nuestro propio archivo de imágenes que nos acompaña de manera permanente, paradójicamente, se desvanece de forma tan simple como se constituyó. Así, se pierde el álbum de fotografías, el archivo de fotos que retuvo la historia de una familia, un individuo, un proyecto. Sin embargo, la obstinación por verse en una foto persiste aunque los modos de preservarla y hacerla circular hayan cambiado. Es este el escenario que alberga la profusión de selfies que se toman hoy por millares en todo el mundo. Hagamos la experiencia de recuperar la memoria de este género tan extendido, cuyo precedente es el autorretrato. A partir de él, revisemos también una técnica y su práctica –la de la fotografía– que disputó, en tiempos de la alta modernidad, un sitio dentro de lo que por entonces se definía como bellas artes. En la Argentina, entre quienes dieron tempranamente esa batalla está Annemarie Heinrich (Darmmstadt, Alemania, 1912- Buenos Aires, 2005). Recuperar el archivo fotográfico de Annemarie Heinrich y de él, particularmente, las zonas desconocidas, inéditas, aquellas que son la base para la construcción de una mirada, el desarrollo de recursos técnicos y estéticos, el ensayo, la experimentación, es el propósito del proyecto de investigación en curso que sustenta la selección de fotografías inéditas de esta artista.

    Autorretrato, una manera de verse, de tomarse como objeto de estudio y, por ende –por un instante al menos–, de desconocerse, de ser otro. Si hacer un retrato es poner en evidencia los rasgos distintivos de alguien, armar algo así como una puesta en escena, el autorretrato implica ponerse en escena, operar sobre uno mismo la selección de datos signifi cativos para mostrar, esos que serán los que lo definan. Este complejo autorretrato de Annemarie Heinrich, elegido como imagen de identidad del proyecto de investigación que es la plataforma de trabajo de esta exposición, se presenta como la clave de un tipo de indagación sobre la construcción de las imágenes, y con ella sobre las formas de revisar las normas que ordenan la percepción, ponerlas al límite y trabajar desde allí sobre la posibilidad de modificar el régimen de la mirada y, con él, introducir la invitación a avanzar sobre otro régimen del pensar.
    Miremos con Annemarie. Ella nos sale al encuentro. Buscamos alinear nuestra mirada con la suya, pero no es posible. Ella mira más allá, ella se mira, se busca en la frontera del plano, allí en el lugar donde estamos nosotros. Concentrada, apoya su mano izquierda sobre la base en la que reposa la esfera espejada en tanto la derecha está en tensión, es la responsable de la foto, aprieta el disparador. Tres volúmenes arman los tres vértices de un triángulo del que es difícil escapar: el rostro de Annemarie, la esfera, la cámara, de frente, bien de frente a nosotros, los espectadores; sin embargo, ella tampoco nos ve.

    Observando más detalladamente la imagen, la artista está cuatro veces retratada en esta foto: la más evidente es la que se presenta sentada, propiciando la acción, otras dos veces y en distintas posiciones, aparece en la esfera espejada. Uno de los reflejos es la visión lateral de ese autorretrato frontal con el que nos topamos en primera instancia, el otro, es una visión más lejana, otra vez de frente, allí se puede ver casi todo su cuerpo, sentada, sosteniéndose con la mano izquierda en el soporte de la esfera que también vemos, como la máquina fotográfica y el espacio en el que toda esta escena está ocurriendo: uno y otro refl ejo mantienen entre sí un diálogo de miradas y, a su vez, se repiten en el reflejo del reflejo de la esfera espejada. La cuarta vez que aparece Annemarie en este singular autorretrato es en el lente convexo de la cámara, un detalle que se descubre en la fruición de escrutar con la mirada la superficie de esa fotografía con la asunción del desafío impuesto por este ensayo: instalar otro régimen del ver.
    Entonces, ¿dónde queda el que mira?, ¿qué lugar ocupamos en este juego? En principio, el de quien sea capaz de desmontar la estrategia, el de descubrir, en esta sucesión de reflejos, por qué insistir en que se trata de un autorretrato y no de un retrato que a esta fotógrafa le tomó otro colega. Solo desliza una pista evidente: la línea diagonal que cierra el lateral derecho del espectador, el límite del espejo, ese plano que revela la imagen que estamos viendo con Annemarie. Ella, que se destacó haciendo retratos, desnudos, fotos de cine, teatro y ballet, hizo de experiencias como la del autorretrato descripto, de la observación de los reflejos en un charco de agua, de los ritmos de postes, piedras, o techos, del encuentro casual de escenarios naturales y culturales diversos capturados en sus viajes por Sudamérica realizados a partir de 1931, su laboratorio. Con estos ensayos fotográficos, en su mayor parte inéditos, Annemarie construyó las estrategias de su mirada.

    Esta exhibición revela un conjunto inesperado de imágenes inéditas (a partir de negativos 6×6 alojados en su archivo) y de documentos, escritos, cuadernos de recortes, apuntes de viaje en los que conviven contactos fotográficos, textos escritos en una lengua entre el alemán y el español, recortes de prensa y fotos de otros artistas.
    Estrategias de la mirada: Annemarie Heinrich, inédita, exhibe las exploraciones y ensayos llevados a cabo por la fotógrafa entre las décadas de 1930 y 1950. Esta exposición es un avance de los resultados de la investigación que lleva a cabo el equipo de dedicado al Archivo Annemarie Heinrich, del Instituto de Investigaciones en Arte y Cultura Dr. Norberto Griffa de la UNTREF, que ha sido incluido en el programa de apoyo a las investigaciones de Archivos de la British Library de Londres. La labor de archivo y la edición de las fotografías para la exposición cuentan con el invalorable acompañamiento de los fotógrafos Alicia y Ricardo Sanguinetti.

    Diana B. Wechsler

  • Annemarie Heinrich, biografía breve

    Nacida en 1912 en Alemania, migra a los 12 años a la Argentina. Inicia su formación fotográfica en Larroque –Entre Ríos– y abre su primer estudio en 1930 en Buenos Aires.
    En 1933 colabora con revistas sociales y comienza su carrera como retratista de grandes figuras del Teatro Colón. Durante cuarenta años ilustra las tapas de Antena y Radiolandia en forma permanente. Fue fundadora de la Carpeta de los Diez y del Consejo Argentino de Fotografía y directiva de la Asociación de Fotógrafos Profesionales.

    Esta labor profesional tuvo como contrapartida un desarrollo experimental con la imagen fotográfica llevado a cabo particularmente durante sus viajes. Este material constituye un vasto corpus de más de 5000 placas de 6×6 producidas entre las décadas del 30 y del 50, que son investigadas por primera vez por el equipo de la Untref; una selección de ellas forma parte de esta muestra.

    Su primera muestra individual fue en Chile 1938 y de allí en más realizó en forma sostenida numerosas muestras en el país y en el extranjero.

    Es Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Fue jurado de la Federación Argentina de Fotografía y del FCBA. La Honorable Excelencia de la Federation Internationale de l’Art Photographique y otras distinciones avalan una carrera talentosa y de gran sentido ético.

  • Obras

    Descargar tabloide