• Presentación

    De la misma forma en que es errónea quedar aferrado al pasado lo es también, por un excesivo apego a lo más contemporáneo caer en el olvido de las raíces históricas y estéticas que hacen posible nuestro presente. El Muntref se ha planteado colaborar en evitar esto y es así que nos planteamos la difusión de lo mejor del arte argentino y hacer que llegue a amplios sectores de la población bonaerense. Demetrio Urruchúa fue un gran maestro y formador de innumerables artistas y también un ejemplo de artista comprometido con los sucesos del tiempo que le tocó vivir. Sus trabajos sobre la Guerra Civil Española, el Guetto de Varsovia y Argelia Mártir, muestran cómo fue posible juntar el compromiso político y su constante exaltación de la vida con la mejor estética.   ANÍBAL Y. JOZAMI Rector UNTREF / Director MUNTREF
  • Sobre la muestra

    Lo que hoy tratamos de hacer es la PRESENTACIÓN de Demetrio Urruchúa, mostrándolo de una forma en la que todavía no fue visto ni valorado. Como ésta no es una muestra retrospectiva, nos da la libertad de enfocarnos sólo en tres temas que consideramos relevantes en el artista que, por su prolífica obra, nos hace sumergir en ese inmenso rompecabezas que es la producción del maestro. Los temas elegidos no son únicos, ni los más importantes, son los que considero más aptos para explicar la trayectoria del artista y lograr así un mayor entendimiento de la misma.
    Para tomar conocimiento de la magnitud de lo que estamos presentando nos falta ver y entender mucho. Demetrio Urruchúa no fue un artista simple, de una sola lectura. Como todos los grandes, tiene una profundidad de obra que se presta a muchas y múltiples lecturas. Sus trabajos están compuestos por series temáticas como: La Guerra Civil Española; El Ghetto de Varsovia; Argelia Mártir; El Infierno del Dante y El Juicio de Burgos. Estas son sólo una pequeña parte de su producción, tenemos también sus murales, que los comenzó en la Universidad de la Mujer de Montevideo y los terminó en la Galería San José de Flores. Debemos agregar su actividad pictórica con la que cosechó grandes premios y exhibió su obra en todo el mundo, sobre todo, sus retratos y paisajes.
    Hasta ahora mencionamos la temática pero no las técnicas que desarrolló, como: el óleo, la monocopia blanco negro, la monocopia color, el grabado, la carbonilla, la sanguínea, el dibujo, y algunas otras. Todo esto produjo un cúmulo de diferentes imágenes, ya que la técnica es un condicionante y provoca un desarrollo independiente de las distintas formas de trabajar. Por ejemplo, la pincelada en un fresco es carente de materia, es plana; por lo tanto, totalmente opuesta al óleo que es más matérico, y esto hace que las imágenes de estas dos técnicas al ser diferentes tomen entidad propia.
    Si nos detenemos un momento para analizar lo expuesto nos encontramos con que Demetrio Urruchúa desarrolló aproximadamente unas diez temáticas en unas diez técnicas distintas. Todas ellas independientes, y como consecuencia, son diferentes entre sí por los motivos explicados anteriormente, los que nos da un auténtico rompecabezas.
    Se nos imponen algunas preguntas: ¿Quién era Demetrio Urruchúa y cuál era su obra? ¿Lo conocemos como creemos o simplemente tenemos un anoticiamiento de él? Posiblemente, la última opción sea la valedera. Eso explicaría la poca difusión y trascendencia que tiene hoy su obra. Sumado a eso debemos agregar lo urticante de la temática social que siempre desarrolló y su militancia política, que lo llevó a la cárcel oportunamente, en un claro enfrentamiento con los poderosos y los administradores de ese poder.
    Con una honestidad que molestó y sigue molestando, Demetrio Urruchúa no perteneció nunca a los genuflexos del poder. Entendió que un artista debe ser representativo de la sociedad donde se desenvuelve y su obra ser fiel reflejo de los momentos y vicisitudes de esa sociedad.
    Elegimos para esta PRESENTACIÓN los siguientes temas: primero, la serie de la guerra civil. Lo elegí porque es uno de los temas que más movilizó a la sociedad porteña en los finales de la década del treinta; a su vez, nos muestra uno de los momentos más contradictorios de la historia. Recordemos la política soviética que produjo unas continuas rencillas internas contra los trotskistas. Ese hecho tocó de cerca a los muralistas mexicanos tan admirados por el artista (no en vano fue un republicano español el que asesinó a Trotski) o los pobres anarquistas que durante la guerra civil eran despreciados por los comunistas, hechos que presagiaban ese pacto que llevaron a cabo Stalin y Hitler en el año 1939.
    Pero esas contradicciones de la política internacional se reflejaron no sólo en la política nacional con las famosas peleas en la Avenida de Mayo, sino también en el arte. El enfrentamiento entre los artistas geométricos y los pintores sociales se hizo realidad cuando los artistas que adscribían al mismo pensamiento político que Urruchúa y habían creado el movimiento Materialismo Dialéctico (MADI), no adscribían a los dictados de su creador José Stalin, ya que éste trataba de imponer el realismo socialista como medio propagandístico de la revolución. Éstos se manifestaron abiertamente en la revista Arte Concreto Invención, donde los geométricos propagan con referencia al grupo de Urruchúa: “En el fondo desconfían del pueblo a quienes suponen incapaz de toda empresa mental” o “Están contra [los geométricos] nosotros; los neorrealista-muralistas, los lothistas, demagogos de la modernidad, (…) los trepadores de la culpa cristiana que odian nuestro arte por jubiloso, claro y constructivo.”

    Como segundo momento de esta PRESENTACIÓN tomamos como ejemplo los murales de la Universidad de Mujeres, en Montevideo, Uruguay. Lo elegimos no sólo por ser el menos visto, sino por su temprana realización, lo que demuestra la poca influencia de los otros muralistas con los que luego formaría equipo y que son ampliamente conocidos. En estas paredes desarrolla, usando al muralismo como medio de difusión, sus temáticas más queridas, que son las mujeres y la lucha de ellas en la vida. Una verdadera síntesis de sus preferencias.
    Por último, en esta PRESENTACIÓN exhibimos una serie de retratos femeninos. Él desarrolla una defensa de la mujer muy similar a la que desarrolla con los desprotegidos, pero a diferencia de aquella, ésta, la de la mujer, conlleva una admiración por su lucha y generosidad de dar vida. Casi es un culto pagano hacia las mujeres lo que él desarrolló y tratamos de mostrar en esta serie de retratos, donde el color es una parte fundamental de ese lenguaje.
    Incansable trabajador del taller, para él como para sus discípulos, todo consistía en profundizar, construir y observar la naturaleza tanto como fuera posible. Afirmaba que la obra de arte valía como tal según fuera lo que el artista pensara de la sociedad en la que vivía. Así, todo su arte tenía carácter social, y se lo llamó “pintura literaria”.
    Siempre tomando partido, como una obligación moral desde el único ángulo que él se permitía, o sea, la pintura y de ahí al muro, pues opinaba que nunca sería “El arte el comprometido sino el artista”, y que el arte es un medio que organiza la facultad de crear y como tal debe responder al clamor de la vida.
    Fue un artista social. Utilizó la pintura como arma para luchar contra la injusticia, contra todas las dictaduras, y contra el horror de la guerra. Amó la vida e hizo un culto de la libertad y la democracia. Demostró ser un hombre de principios, el gran amigo, el maestro. Todo imbuido en una gran humildad. Tuvo sus profundas contradicciones, las que nos hacen ver la magnitud de la persona con virtudes y defectos. Él también atacó a los que se apartaban de ese realismo a ultranza que defendía, lo hizo con los artistas geométricos, como a los lothistas, obviando que su compañero Antonio Berni había estudiado con ese maestro francés (Andre Lhote).
    Defendió a la mujer en la guerra civil pero cuando Evita logró el perdón de Juana Doña, la última condenada a muerte por Francisco Franco, combatiente del ejercito republicano, segunda de Dolores Ibarruri (La Pasionaria) el artista no se manifestó, dejando el hecho en el olvido, en el mismo que algunas personas lo dejaron a él. En síntesis, una serie de contradicciones que no afectaron al gran artista. En efecto, hoy parecería estar olvidado o simplemente estar como furgón de cola de los murales de la Galería Pacífico. Fueron muy pocos los críticos e historiadores que se dedicaron a Demetrio Uruchúa, pero es uno de los pocos artistas argentinos a quien el MOMA de New York le compró obra para ser exhibida en una muestra, como se hizo con la serie del Ghetto de Varsovia o el MAI de Boston, que mostró su obra durante dos años en una exposición itinerante dentro de los Estados Unidos. Posiblemente, hoy haya que revalorarlo y ver como el Realismo Socialista era una acción propagandística, hecho fundamental, que la cultura Pop todavía no valoró. Si empezamos a analizar la utilización de colores en función del impacto comunicacional en pos de un objetivo, nos damos cuenta que es el primer arte de la globalización. Por lo que todavía hay mucho para analizar de la trayectoria de Urruchúa y me alegra que esto sea un comienzo.
    Estoy orgulloso de ser el curador de esta muestra pues aunque prácticamente todo el mundo tiene el convencimiento de conocer al artista, personalmente creo que estamos muy lejos de hacerlo. Agradezco en forma personal y en nombre de la Familia Urruchúa a la Universidad Nacional de Tres de Febrero y especialmente a su rector Lic. Aníbal Jozami por haber sido él, el promotor de la presente empresa y así ayudar al conocimiento de nuestra historia.

    EDUARDO DÍAZ HERMELO
    Curador

  • Obras

    Tipo de muestra: Pictórica
    Cantidad de obras: 35

  • Sobre Demetrio Urruchúa

    Nació en Pehuajó, provincia de Buenos Aires, el 19 de abril de 1902. Desde su niñez, exteriorizó su vocación por las artes plásticas, fue autodidacta. Con ese sueño emprendió su viaje a Buenos Aires, capital de la República Argentina. En el año 1918 estudió en la Asociación Estímulo de Bellas Artes con E. Daneri como director. Fue un artista social, utilizó la pintura como arma, para luchar contra la injusticia, contra todas las dictaduras, y contra el horror de la guerra. Amó la vida e hizo un culto de la libertad y la democracia, eso se refleja en su pensamiento y en sus trabajos, donde desarrolló entre otros estos temas:
    La Guerra Civil Española, 1936;
    El Gheto de Varsovia, 1939;
    Argelia Mártir, 1954;
    El Infierno de la Divina Comedia del Dante, 1964;
    El Juicio de Burgos,1970.
    Aparejada a la vocación artística, tuvo otra también muy destacada, la de “conducir” a sus numerosos discípulos que frecuentaron su famoso taller. Allí se forjaron grandes pintores, grabadores y dibujantes, ganadores muchos de ellos de importantes premios nacionales y extranjeros, como Carlos Gorriarena, Héctor Tessarolo, Hugo Monzón, entre muchos otros. También concurrían a su taller destacadas personalidades del quehacer cultural, entre otros, Ernesto Sábato, Luis Franco, Leonidas Barletta, León Felipe, por mencionar sólo algunos.
    Creía en la libertad del artista. En su libro: Memorias de un pintor, de 1971, escribe: “…el arte es libertad y amor, ya que debe prevalecer el instinto. Pienso que únicamente el artista es el ser privilegiado que posee la virtud o el poder de hacernos vivir un hecho desconocido imponiéndole su sello para que viva eternamente.”
    Expuso por primera vez en Amigos del Arte, allá por el año 1931, posteriormente casi la totalidad de las galerías de Buenos Aires y del interior, exhibieron sus obras. En 1942, el MOMA de New York le compró para exhibir la serie El Gheto de Varsovia. Después, en el año 1944, representó a América Latina en el Salón “Cien años de pintura universal” realizado en el Instituto de Arte Moderno de la ciudad de Boston (IMA), en Estados Unidos, en el marco de una muestra itinerante que duró dos años.
    Fue fundador del Taller del Arte Mural conjuntamente con Spilimbergo, Castagnino, Berni y Colmeiro, con quienes realizó “La Galería Pacífico”, en 1946. Previamente, ya había realizado otros murales como el de la Universidad de Mujeres de Montevideo, en 1939. También realizó los murales de la Sociedad Hebraica Argentina, en 1946; el de la Galería San José de Flores y el del Fogón de los Arrieros, en Chaco, ambos de 1956.
    El pintor Antonio Berni, al referirse a la trayectoria del realismo, entre otras cosas escribió:
    “…Cuando un intelectual milita en una causa se sabrá si la defiende bien, si la muestra bien en su propia obra de trabajador de la cultura… Urruchúa es de los que están con la causa de la paz y la democracia, sus ideas viven en sus cuadros, su pensamiento milita en cada una de sus pinceladas. A Urruchúa nadie lo detiene en su viejo galpón de la calle Carlos Calvo…”
    Demetrio Urruchúa falleció el 3 de octubre de 1978.