• Sobre la muestra

    En el año 2001, Antonio Seguí donó al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMbA) la totalidad de su obra gráfica, 326 planchas, que fueron exhibidas ese mismo año. Desde una melancólica Niña Pensando, datada en 1953, hasta su serie Gente de Campo, de 1999, este legado se despliega en armoniosa sintonía con el resto de su creación plástica. “Las técnicas, señala, están puestas al servicio de un fin: inventar formas. Solo creo en la eficacia de los medios para poner en evidencia una cierta imagen”. De ahí que no existan fronteras rígidas entre el Seguí pintor y el grabador o el litógrafo.
    Noventa obras, seleccionadas por el MAMbA para ser expuestas en el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, dan cuenta de la inventiva visual del artista cordobés, de su incisivo humor y de una actitud crítica que, como él mismo señala, “es la característica fundamental de todo mi trabajo”.
    En los años ’60, a tono con el impulso renovador de la Nueva Figuración, la sátira social de fuertes acentos expresionistas predomina en su obra: militares, religiosos, jueces, banqueros, desfilan bajo una lupa sarcástica, feroz. En los setenta y en los ochenta utiliza los estereotipos visuales de la sociedad de consumo como apuntes mordaces a la estandarizada vida cotidiana. Luego, el universo urbano se vuelve un eje recurrente hasta el presente. Seres anónimos, sorprendidos en gestos fugaces, circulando entre edificios, animales, aviones, dan una descarnada visión de la existencia en un mundo cada vez más anónimo y más despersonalizado.
    Seguí no es un relator de anécdotas. En cada medio elegido –pintura, litografía o aguafuerte–, la intención narrativa se sostiene en elementos plásticos puros. Así, la superficie de la tela o del papel es un espacio de escritura y los personajes u objetos que la pueblan son signos de una realidad a develar. “Creo –dice– que debe existir una armonía entre el trabajo personal y la visión que se tiene del contexto social en el cual se vive y que se quiere cambiar en cierta medida. Forma parte de una misma ideología”.
    Antonio Seguí nació en la provincia de Córdoba en 1934. Desde 1963 reside en París, pero detrás de sus historias, de su humor ácido y también de su ternura, hay un imaginario muy argentino en el que todos nos reconocemos.

     

    ALBERTO GIUDICI
    Curador