• Presentación

    Una puesta en escena de la multitud y de la individualidad democrática unen a Alejandro Katz, Alejo Moguillansky y Martin Bauer, tres figuras del pensamiento argentino, en el MUNTREF Centro de Arte Contemporáneo a 35 años del regreso de la democracia.

    El Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, MUNTREF Centro de Arte Contemporáneo, inauguró 35×35. Una instalación democrática, curada por el crítico, ensayista, editor y traductor Alejandro Katz. La obra atraviesa momentos de la vida de 35 argentinos nacidos hace 35 años, al mismo tiempo que festejábamos el regreso de la democracia en 1983.

    La instalación fue concebida como proyecto hace un año y durante este tiempo trabajaron en conjunto Katz, el cineasta Alejo Moguillansky en la  dirección y montaje cinematográfico y el músico Martín Bauer en el diseño sonoro junto a un equipo de colaboradores que recorrió el país.

    En la inauguración de la muestra el rector Aníbal Jozami –quien también es director de los cinco museos de la Universidad– saludó la presencia de la ex senadora Graciela Fernández Meijide y del escritor Eduardo Jozami, “dos personas que jugaron un papel fundamental en la democracia que hoy estamos celebrando”, según expresó.

    Además celebró que esta instalación tenga lugar en el MUNTREF, “buscamos que todas las expresiones de arte que albergan las distintas sedes de nuestros museos sirvan para construir ciudadanía y para incidir positivamente en la vida de las comunidades en las cuales estamos inmersos”.

    “Es un proyecto que conmemora el pasado y mira al futuro”, expresó Jozami. “En este momento tenemos un compromiso muy especial porque vivimos en una época que se está poblando de expresiones que tienen poco que ver con la democracia”, concluyó. 

    Por su parte el curador agregó que “la democracia es algo muy bello y muy frágil. No solo por los autoritarismos sino también por las deudas de la democracia, que las está produciendo al no ser capaz de conferir ciudadanía plena a todos aquellos que deberían ser ciudadanos”.

    Sobre la muestra Katz expresó: “La conmemoración de los 35 años transcurridos desde la recuperación de la democracia, y de su continuidad ininterrumpida, ese ánimo estimula el deseo de decir, de producir discursos sobre la democracia. Nuestra idea fue, por el contrario, la de dejar hablar, la de construir la escena en la cual la democracia es la que habla, a través de las trayectorias de 35 personas nacidas hace 35 años, en 1983.”

    “35 x 35. Una instalación democrática quiere ser, así, a la vez un fresco y una obra coral, una puesta en escena de la multitud y de la individualidad democrática. Multitud porque es un colectivo, pero individualidad por la captura de historias, situaciones, posiciones particulares. Multitud que hace referencia al sujeto del autogobierno colectivo, individualidad como expresión de la voluntad democrática de ser el piso sobre el cual cada quien diseña su propio plan de vida, con plena autonomía para realizar sus elecciones”, agregó Katz.

    “La muestra es también literalmente eso: una muestra, recorte, selección. Arbitraria, inevitable, injusta: no aspira a reflejar la diversidad de historias que nuestra democracia hizo posibles, pero sí a expresar la idea misma de diversidad, y preferentemente –no exclusivamente– la que se hace presente en los márgenes, allí donde la presencia se va desvaneciendo hasta convertirse en ausencia por falta de la mirada del otro. Los márgenes del territorio: personas de la Puna y de Tierra del Fuego; de los márgenes de la sociedad; de los márgenes de la ideología. Una muestra, si se quiere, que resulte de algún modo disonante, ruidosa, incómoda, a contramano de la estética de lo logrado –tanto de las vidas logradas como de las imágenes logradas”, expresó Katz en su texto curatorial.  

    “Esa incomodidad no debería ocultar, sin embargo, un fondo de ternura, de gratitud incluso, ante esta leve condición democrática que habitamos hoy, hecha de tironeos y de jirones, pero que, a pesar de todo –y ese todo es sin duda grande– a pesar de todo es mucho más que la pura ausencia de una dictadura”, finalizó.

    La muestra cuenta con el auspicio de la UNTREF y el apoyo del Sistema de Medios y Contenidos Públicos, el Institut Français d’Argentine, la Embajada de Francia, la Alianza Francesa, el Diálogo franco-argentino, el Instituto Goethe y el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

    El MUNTREF Centro de Arte Contemporáneo abre de martes a domingo de 12:00 a 20:00 horas con entrada gratuita. La institución promueve y difunde prácticas artísticas y culturales contemporáneas a través de procesos de investigación y diálogo entre artistas y curadores, con el objetivo de consolidar la participación de los diversos actores culturales y sociales. Es una plataforma activa de diálogo, acción y participación, en donde se generan procesos para el intercambio de conocimiento y experiencias, a través de las dinámicas y estrategias del arte, la cultura y la tecnología contemporáneos, con la aspiración de crear en cada muestra, con cada intervención, un espacio de conocimiento e interpelación al público.

    Av. Antártida Argentina (entre Dirección Nacional de Migraciones y Buquebus). Entrada por Apostadero Naval, Dársena Norte.

    Alejandro Katz

    Estudió lengua y literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México. Crítico, ensayista, editor y traductor, ha colaborado en numerosas revistas y suplementos culturales de Iberoamérica, entre ellos La Cultura en México, Sábado, La Gaceta del Fondo, revista Ñ, revista Letras Libres, El País de Madrid, revista Trama y los diarios Clarín y La Nación de Buenos Aires.
    Experto en la problemática del libro, la lectura y la edición, y de las industrias culturales, ha participado como conferencista o panelista en congresos y seminarios en México, Guadalajara, La Antigua, Ciudad de Panamá, San Pablo, Santiago de Chile, Montevideo, Madrid, Zaragoza, Santander, Bogotá, Medellín, Quito y Buenos Aires. Dirigió durante más de quince años la editorial Fondo de Cultura Económica en Argentina, y en 2006 creó Katz Editores, una casa especializada en ciencias humanas y sociales. Ha sido asesor del Centro Regional del Libro de América Latina y del Caribe de la Unesco, y de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Observador de la realidad política y social, publica regularmente columnas de análisis en el diario La Nación, y es habitualmente invitado a participar de los principales programas radiales y televisivos. Conduce, por Radio Nacional, el programa El Zorro y el Erizo. Es autor de varios libros, entre ellos La alegría del guerrero, El Simulacro y, en conversación con Luis Alberto Romero, La Argentina que duele. Es miembro del Consejo de Administración de Poder Ciudadano, capítulo argentino de Transparencia Internacional, e integra el comité editorial de la Nueva Revista Socialista y de la revista Tramas de Madrid. Es profesor en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de San Martín.

    Alejo Moguillansky
    Es director, guionista y montajista de cine. Sus films La prisionera (2005), Castro (2009), El loro y el cisne (2013), El escarabajo de oro (2014) y La vendedora de fósforos (2017) han sido estrenados en los festivales de Locarno, Berlín, Viennale y Londres, entre otros. Ganó en tres ocasiones el Premio a Mejor Película Argentina en el BAFICI con Castro, El escarabajo de oro y La vendedora de fósforos. Sus films fueron foco de retrospectivas en festivales y museos internacionales. En 2017 fue el cineasta argentino elegido por la Feria Arco de Madrid para representar a su país. Montó films de Mariano Llinás, Matías Piñeiro, Albertina Carri, Hugo Santiago y Rafael Filippelli, entre otros. En teatro estrenó Por el dinero (2013) y Los que amamos odiar (2018) junto a Luciana Acuña, con quien colabora asiduamente en solitario y  junto a su grupo Krapp. Es Profesor en la Universidad del Cine, Buenos Aires. Fundó junto a Mariano Llinás, Laura Citarella y Agustín Mendilaharzu El Pampero Cine, organización responsable de numerosos films en sus quince años de vida. Trabaja en la postproducción de dos films, Por el dinero y Un Día de Caza, a estrenarse en 2019.

    Martín Bauer
    Es músico y compositor, creador y director del programa “Colón Contemporáneo” del Teatro Colón. Actualmente también es director del Teatro Argentino de La Plata. Fundó y dirigió el Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata (TACEC), dirigió el Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del Teatro San Martín y fue director del Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC) durante cinco temporadas. Compuso música de cámara, música para ballet, cine y teatro. También se desarrolló como compositor de teatro musical, algunos de sus trabajos en este género son: Incursión. Tema: El Fausto (presentada en Argentina, 1998, 2010 y en Nueva York, 2000) y VO (CETC, 2013-2014). Sus más recientes creaciones son s (TACEC, 2017) y Dedicatorias (presentada en la Bienal de la Performance en 2015). También ha llevado adelante la puesta escénica de diversas obras, entre ellas Luz de Gas de Margarita Fernández, Infinito Nero y Vanitas de Salvatore Sciarrino, Satie, Joyce, Duchamp: an Alphabet de John Cage y La Vendedora de Fósforos de Helmut Lachenmann representada en la sala principal del Teatro Colón. Ha sido becario del DAAD (Berlín), recibió el Premio a la Excelencia en la Cultura del Fondo Nacional de las Artes. Su obra The Loser fue reconocida como la pieza más importante del año por la Asociación de Críticos de Música en 2004. Se desempeña como docente en numerosas instituciones, fundó y dirigió el Centro de Estudios Avanzados en Música Contemporánea (1993-2013) y dicta seminarios en el extranjero, es invitado regularmente por la Universidad del Arte en Berlín.

  • Texto del rector

    En un país en el que la práctica democrática fue tantas veces interrumpida, el cumplimiento de treinta y cinco años continuados de su ejercicio tiende a situarnos en un clima de festejo por el logro alcanzado. Sin embargo, eso se empaña para quienes creemos que la democracia debe estar acompañada por justicia social, cuando vemos que la persistencia en la práctica democrática no nos ha ayudado a mejorar esos índices. 

    Vivimos en la actualidad una situación en nuestra región en la que las investigaciones nos muestran cómo electorados de distintos países tienden a no priorizar la defensa del orden democrático al considerar que no soluciona sus necesidades inmediatas o no impide las prácticas corruptas de los gobiernos. Por ello, este aniversario que tanto debemos celebrar nos marca la obligación de persistir con ahínco en la resolución de la desigualdad social por ser esta la única manera de defender y garantizar la práctica democrática. 

    La UNTREF, tanto en su práctica docente específica como en el ámbito del deporte, la cultura y todas las tareas de extensión, ejerce un profundo compromiso social desde hace ya dos décadas con resultados concretos de incidencia positiva en el mejoramiento de las situaciones sociales.

    El recuerdo y festejo de este aniversario de la democracia lo hacemos desde ese compromiso y por ello hemos producido este proyecto que fuera ideado por Alejandro Katz. 

    Esto es posible gracias a la eficaz tarea de un equipo museístico de excelso nivel bajo la dirección de Diana B. Wechsler. Todo mi agradecimiento a nuestro equipo y a los creadores de esta muestra que es un homenaje afirmativo, original y que recorre estos treinta y cinco años con la mira en el futuro.

    Aníbal Y. Jozami
    Rector
    UNTREF

  • Texto curatorial

    35 x 35

    Una instalación democrática
    Si hasta 1983 la idea de ciudadanía en nuestro país estaba fundamentalmente asociada con la nacionalidad, a partir de entonces el vínculo fundamental se estableció entre ciudadanía y democracia: ser ciudadano significó ejercer plenamente los derechos cívicos, pero también ser sujeto de los derechos sociales, económicos y culturales que, en principio, se esperaba que la democracia proveyera.
    Sin embargo, en los 35 años transcurridos desde el fin de la dictadura, la democracia distribuyó muy desigualmente los bienes materiales y simbólicos y, en consecuencia, la sociedad produjo ciudadanos de distintas categorías.
    Las frustraciones democráticas no deberían, con todo, disminuir el valor de la continuidad de un régimen cuya importancia radica menos en la regla de selección de gobernantes que le es propia que en su capacidad de construir conocimiento colectivo sobre lo que nos es común, de producir las condiciones en las que se exponen las razones públicas con que damos cuenta de nuestros intereses, expectativas y deseos.
    Pero el ánimo conmemorativo –la conmemoración de los 35 años transcurridos desde la recuperación de la democracia y de su continuidad ininterrumpida–estimula el deseo de decir, de producir discursos sobre la democracia. Nuestra idea fue, por el contrario, la de dejar hablar, la de construir la escena en la cual la democracia es la que habla a través de las trayectorias de 35 personas nacidas hace 35 años, en 1983.
    35 x 35. Una instalación democrática quiere ser, así, a la vez un fresco y una obra coral, una puesta en escena de la multitud y de la individualidad democrática. Multitud porque es un colectivo, pero individualidad por la captura de historias, situaciones, posiciones particulares. Multitud que hace referencia al sujeto del autogobierno colectivo, individualidad como expresión de la voluntad democrática de ser el piso sobre el cual cada quien diseña su propio plan de vida, con plena autonomía para realizar sus elecciones.
    La muestra es también literalmente eso: una muestra, recorte, selección. Arbitraria, inevitable, injusta: no aspira a reflejar la diversidad de historias que nuestra democracia hizo posibles, pero sí a expresar la idea misma de diversidad y, preferentemente –no exclusivamente–,la que se hace presente en los márgenes, allí donde la presencia se va desvaneciendo hasta convertirse en ausencia por falta de la mirada del otro. Los márgenes del territorio: personas de la Puna y de la Tierra del Fuego; los márgenes de la sociedad; los márgenes de la ideología. Una muestra, si se quiere, que resulte de algún modo disonante, ruidosa, incómoda, a contramano de la estética de lo logrado –tanto de las vidas logradas como de las imágenes logradas.
    Esa incomodidad no debería ocultar, sin embargo, un fondo de ternura, de gratitud incluso, ante esta leve condición democrática que habitamos hoy, hecha de tironeos y de jirones, pero que, a pesar de todo –y ese todo es sin duda grande–, es mucho más que la pura ausencia de una dictadura.

    Alejandro Katz

  • Fotos seleccionadas