Los caminos de la política en la era de los algoritmos y las corporaciones

Los especialistas reunidos en el tercer encuentro del Seminario Filosofía de la Innovación reflexionaron sobre la toma de decisiones en un futuro dominado por la digitalización y la concentración económica.

20-11-2020

El futuro de la política y la incidencia que tendrán en su funcionamiento las tecnologías digitales y las grandes empresas fueron el foco de discusión del tercer encuentro del Seminario Filosofía de la Innovación, organizado por el Departamento de Ciencia y Tecnología de la UNTREF. 

La directora ejecutiva del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), Julia Pomares, planteó que en el futuro próximo habrá tres tendencias irreversibles, pero dijo que es posible encontrar algunas combinaciones entre sus elementos que permiten pensar otros futuros. 

La experta aseguró que el cambio tecnológico será una realidad innegable. “La primera tendencia es el pasaje del modelo Detroit al modelo Silicon Valley. Sabemos que 2019 fue el primer año en el que los bienes intangibles tuvieron más peso que los bienes físicos, y sabemos que esa disrupción tecnológica afecta a la política no solo en las campañas electorales sino en toda la relación entre los ciudadanos y los líderes políticos”, indicó. 

La segunda tendencia que identificó son los cambios en el poder global, donde ya se está viendo un viraje hacia el Este, con China, India y Japón como principales protagonistas, y un achicamiento de la gravitación que tiene la Unión Europea. Y la tercera tendencia, según ella, son las transformaciones demográficas, como el envejecimiento poblacional creciente y el peso relativo de las ciudades que tienden a concentrar cada vez más habitantes. 

“Esto es lo que está dado pero podemos pensar cuáles son las dimensiones en las que puede haber variaciones para pensar el poder político a nivel global. Una primera cuestión para pensar es hacia dónde va a ir la gobernanza, si será cada vez más global, con entes supranacionales con una capacidad de decisión cada vez mayor, o más local, si vamos a ir hacia un mundo en el cual las ciudades y las regiones dentro de los países van a tener un papel más importante que el que tiene el propio Estado nacional”, explicó. 
 
La otra dimensión que destacó Pomares es el binomio entre capitalismo y democracia, y dijo que ahí pueden darse dos movimientos. “La pregunta es si iremos hacia un capitalismo donde las grandes empresas van a concentrar cada vez más poder o si iremos hacia un mundo de pequeñas empresas atomizadas, donde cada uno desde su casa puede, con una computadora y una buena señal de Internet, hacer su emprendimiento, generando un poder económico muy distribuido. Esta dimensión es central porque va a afectar mucho cómo va a ser el poder de la política”, continuó. 
 
La politóloga mostró que cruzando estas dos dimensiones se pueden pensar cuatro nuevos escenarios. “El primero lo llamo Mi buen amigo el gigante, y combina un poder muy fuerte de las grandes empresas, sobre todo las tecnológicas, con un poder cada vez más global en el que el G-20, la OMS y las instituciones multilaterales ven su rol más fortalecido. Este es un mundo en el que los problemas globales, como el cambio climático y la provisión y regulación de los servicios digitales, son más fáciles de resolver. Acá los liderazgos políticos son más complejos porque requieren de una legitimidad global”, evaluó. 
 
El segundo mundo que describió Pomares junta un sistema económico atomizado con la influencia de las pequeñas comunidades. “A este segundo mundo lo llamo Lo pequeño es hermoso, y consiste en una diversificación del entramado productivo con liderazgos que apelan a las identidades locales, pero es un mundo difícil de gobernar en los problemas globales. Es más complicado tomar decisiones sobre el cambio climático o ponerle un freno a las corporaciones tecnológicas sobre cómo usan nuestros datos. Se gana en cohesión, pero eso también puede dificultar la posibilidad de vivir en sociedades más plurales”, pronosticó.  

Finalmente, presentó otros dos modelos que para ella serían los más difíciles de imaginar: Pie grande en un mundo local, con las corporaciones acelerando su hegemonía y  poderes políticos más acotados, y Lo pequeño bajo la autoridad global, que une el poder económico atomizado con un poder político globalizado.

“Este ejercicio sirve para pensar cómo los liderazgos políticos tienen que adaptarse a distintas combinaciones de estas tendencias, lo que nos deja pensando cuántas de estas cosas podemos anticipar y nos obliga a repensar nuestras instituciones”, cerró la experta.

Junto a ella expuso el director del Departamento de Ciencia y Tecnología de la Universidad y uno de los coordinadores del Seminario, Pablo Fontdevila, que se explayó sobre cómo el aspecto tecnológico y la omnipresencia de las redes pueden condicionar el devenir de la política. 

“La pandemia ha visualizado la gravedad de las prácticas que conocemos como fake news, que distorsionan en el escenario político los debates acerca de los problemas sociales, introduciendo elementos no legítimos para un funcionamiento acorde y productivo de la democracia”, estimó.  

Fontdevila matizó el concepto de democracia algorítmica, en el que los sistemas informáticos predictivos, la inteligencia artificial y el Internet de las cosas van transfiriendo progresivamente la toma de decisiones a las máquinas. “Esta transformación amenaza al sistema democrático de decisiones, ¿cambiaremos el voto por la selección automatizada del mejor candidato?”, se preguntó. 

De acuerdo a él, la inteligencia artificial puede reproducir los mismos prejuicios y cosmovisiones de la sociedad predigital. “Los ensayos que se están haciendo en Nueva York en relación con la justicia penal donde la defensa y los fiscales incorporan elementos de juicio y es una computadora la que decide muestran las mismas desviaciones de la justicia norteamericana ejercida por jueces: por ejemplo, salen más condenas para los sectores más vulnerables de la sociedad, y en particular fuertes sesgos conrelación a la raza y la condición social”, graficó. 

Asimismo, afirmó que para que haya un futuro democrático es necesario construir una filosofía política de la inteligencia artificial que soporte la democracia algorítmica, y alertó sobre el problema del empleo y la distribución del ingreso.  

“Durante setenta años del siglo XX, salario y productividad crecieron juntos. Las mejoras que se generaron por productividad e incorporación de tecnología en la producción beneficiaban tanto al capital como al empleo, pero la globalización y la economía digital trajeron dos cuestiones, por un lado una enorme capacidad de generar bienes y por otro lado el desenganche entre la distribución del ingreso y la mejora de la productividad. Desde los años 70 se puede ver que el empleo empieza a estar amenazado y que la distribución entre capital y trabajo desfavorece a este último”, remarcó. 

Por último, reconoció que puede haber una salida positiva a través de las tecnologías: “¿Será como sostienen los aceleracionistas, que la incorporación de la tecnología podrá resolver todos los problemas de la producción? Resueltos los problemas de distribución, ¿prescindiremos del trabajo remunerado para sobrevivir y vendrá a nuestro reino el ingreso universal?”, se interrogó. 

Acompañando y moderando la transmisión estuvieron los otros coordinadores del Seminario, Alejandro Piscitelli y Julio Alonso, que destacaron la riqueza de las presentaciones para imaginar diferentes variantes de la política y formularse nuevas preguntas.  

“Hay algo que es importante y es esta idea de que el futuro se construye, se diseña. La prospectiva social había quedado relegada, el futuro tiene un componente sociocultural cada vez más importante, y ahora más que nunca, porque pensábamos los futuros más disruptivos posibles y todos se quedaron chicos frente a la covid-19”, concluyó Piscitelli. 

El último encuentro del Seminario se realizará el jueves 26 de noviembre a las 18:00 horas a través del canal de YouTube de la UNTREF y estará basado en la ciencia ficción como nuevo realismo.